El desacuerdo entre los partidos políticos y la JCE sobre la digitalización de los resultados no ha dejado de generar inquietud en víspera de la apertura de la campaña.

A simple vista no parece que se trate de un gran obstáculo como para ensombrecer el desarrollo del torneo, pero el conteo manual que busca implementar la JCE, aunque no excluye la digitalización, es un problema que tiene que superarse cuanto antes.

De hecho la JCE otorgó un plazo hasta el jueves a los partidos para que hagan sus observaciones sobre el proceso tecnológico. Es bien sabido que el centro de cómputos ha sido durante los últimos certámenes una suerte de manzana de discordia, cuya operación ha gravitado negativamente sobre la imagen de la JCE.

El uso de la plantilla electrónica ha sido uno de los puntos más cuestionados por los partidos, que entienden que la implementación del sistema podría prestarse a errores.

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Como protagonistas del sistema las observaciones de los partidos no pueden, a diferencia de otros tiempos, ser ignoradas por la JCE. Lo más importante es que se llegue a un arreglo que revista de más transparencia, seguridad y credibilidad el próximo torneo electoral.

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El consenso que se ha procurado en torno a la resolución sobre el proceso de digitalización es un buen signo. Ya, bajo ninguna circunstancia, se pueden imponer las decisiones. Hay que ponerse acuerdo.