
Fuentes policiales haitianas responsabilizan del secuestro de 17 misioneros a la banda armada 400 Mawozo.
Hace unos años escuchábamos que “cuando a Estados Unidos le daba gripe, República Dominicana cogía una neumonía” una manera de mostrar nuestra dependencia política y económica del coloso del norte. Una relación similar, pero peor, es la que llevamos con respecto a Haití, que ya para nadie es una duda que es un estado fallido, como lo describiera Juan Bosch y que en los últimos años ha pasado a ser gobernado por bandas criminales armadas, donde no hay ejército, una endeble policía y un gobierno que ni siquiera puede hacer una ofrenda floral y la misma termina haciéndola una de esas bandas.
El caso más reciente es el secuestro de 17 misioneros, que por la composición de los mismos lo hace más terrible, como reseñara El Listín Diario: “El grupo fue secuestrado el pasado sábado 9 de octubre cuando viajaba en autobús después de visitar un orfanato, y está compuesto por cinco niños y doce adultos: 7 son mujeres y 5 hombres.
Fuentes policiales citadas por el diario The New York Times responsabilizaron del secuestro a la banda armada 400 Mawozo, que lleva años sembrando el terror en los suburbios de Puerto Príncipe. Esa banda ha puesto el foco recientemente en las iglesias y los grupos religiosos.
Justo después del secuestro, uno de los rehenes estadounidenses pidió ayuda en un mensaje publicado en un grupo de WhatsApp: «¡¡Por favor, recen por nosotros!! Nos han tomado como rehenes, han secuestrado a nuestro conductor. Recen, recen, recen. No sabemos a dónde nos están llevando».
Quiero enfatizar que no soy antihaitiano, pero al igual que esos norteamericanos, centenares de dominicanos han sido secuestrados por esas bandas y al momento de escribir estas líneas dos choferes nuestros lo están.
Un país que hace tres meses vio como asesinaban a su presidente y que todavía no se sabe quién o por qué lo hicieron, pero lo triste es que la comunidad internacional no ha entendido el caos que allí impera y piensan que la solución es que los dominicanos asumamos la tragedia haitiana, como de hecho estamos haciendo, y el más vivo ejemplo es que el 40% de nuestro presupuesto de salud lo consumen haitianos ilegales y que un gran porcentaje de nuestros estudiantes son de nacionalidad haitiana, pero lo peor de todo es que esa inestabilidad, fruto de pandillas armadas hasta los dientes incursionen en nuestro territorio sembrando el terror que hoy mantienen en su descalabrado pueblo, que en sus 220 años de historia solo ha sabido destruir su foresta, derrumbar presidentes y vivir en la más extrema pobreza, agréguenle, ahora, una marcada escasez de combustibles, amenaza del cierre de hospitales y clínicas privadas y, de remate, aumentan las muertes y contagios por covid-19.
Una investigadora dominicana afirma que en 15 años la mitad de la población de RD será haitiana
¿Qué más puede importarle a 10 millones de personas que durante el día deambulan en medio de la polvareda por los toscos caminos de sus 27 mil km² o en la inseguridad de los barrios de zinc y cartón de Puerto Príncipe escondiéndose de las 162 pandillas armadas que los asedian sin nadie que se lo impida.
El presidente Abinader lo planteó hace siete meses, de que había que resolver de una vez y por todas el problema haitiano, y que no debían dejárselo a República Dominicana, y lo ratificó en su discurso ante la ONU. Más recientemente, junto a los presidentes de Costa Rica y Panamá expresó que: “El primer problema es eliminar la violencia a través del control que del territorio tienen las bandas armadas”.
No hay otra salida, Los haitianos no pueden por sí solos resolver el caos en que han caído. Es menester que una fuerza multinacional, con un plan de desarrollo a ejecutarse en paz y en no menos de 5 años, los saque de ese hoyo, y así evitar que destruyan también nuestro país.
RD debe poner más oscura la situación de Haití repatriando del país todos los haitianos ilegales
Al decir de una investigadora dominicana, en 15 años, la mitad de la población de nuestro país será haitiana. José Martí dijo que “Nunca es más oscura la noche que cuando va a amanecer” y nosotros debemos ponérsela más oscura a Haití repatriando todos los haitianos que están ilegales en nuestro país, garantizando que los militares no caigan en la corruptela que por este servicio están acostumbrados y que los comerciantes de la frontera no piensen más en sus negocios que en el futuro de la nación; eso pondrá más oscura la noche haitiana. Ayudemos a que Haití toque fondo, para que pueda emerger o tengan la seguridad, que en pocos años, nos arrastrará como país a su desastre.