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Dormir con el enemigo

Dormir con el enemigo

Anulfo Mateo Pérez

En la lucha política, social, económica y en la guerra, se despliegan distintos medios para vencer o resguardarse de los adversarios. Múltiples recursos son empleados para obtener distintos objetivos. Infiltrar y penetrar al oponente es una acción encubierta, con la que se disminuyen, neutralizan y/o destruyen las organizaciones y sus dirigentes. Siempre son parte de un plan general de quienes lo articulan.

Los agentes encubiertos en el seno del enemigo, que actúan según se les instruye, tienen distintas misiones; pasan por etapas para lograr la confianza y el acceso a las informaciones sensibles. Sus acciones son dirigidas desde un centro que estudia y da seguimiento político a esa organización a debilitar o destruir.

Actúan, según sus éxitos, como simples informantes de lo que discute, acuerda y practica el enemigo. Algunos se convierten en dirigentes, asesores y/o consultantes de los “jefes” políticos. O pueden llegar a ser el líder.

Otras veces juegan el rol de catalizadores de las contradicciones naturales en el seno de la organización donde actúan, atizando la división, el debilitamiento y/o destrucción de la misma.

Para llegar al guía político o a los organismos dirigentes, realizan hazañas importantes; aportan recursos económicos; despliegan falsas “cruzadas” contra sus prohijadores y simulan ser incondicionales al líder.

Mientras más abierta e indisciplinada es la organización, más fácil es desnaturalizarla, manipularla, debilitarla y destruirla, según la conveniencia.

También existen verdaderos traidores, que por su naturaleza terminan cambiando de bando con disimulo —colaborando desde adentro —, o pasando abiertamente al adversario.

Por todo lo expuesto, la ingenuidad y la política no deben ir nunca de las manos.