El drama de lo que se define como una expandida y acelerada ocupación de vías y espacios públicos por vendedores haitianos, debería llamar la atención de las autoridades porque va camino a convertirse en un grave problema migratorio y social.

La mayoría de las intersecciones o cruces de avenidas en el Gran Santo Domingo han sido ocupadas por inmigrantes que han desplazado a dominicanos en la venta de frutas, vegetales y todo tipo de chucherías debajo de los semáforos.

Es obvio que a esas personas les asiste derecho a procurar su sustento y el de los suyos, pero la aglomeración de inmigrantes vendedores es ya abrumadora, al punto que en algunas avenidas representa peligro y obstáculo para el libre tránsito de vehículos y peatones.

Las autoridades de Migración tienen la obligación de procurar que los extranjeros con residencia en el territorio nacional estén dotados de los documentos que avalen esa permanencia, sin menoscabo de sus derechos a desempeñar cualquier labor u oficio lícito.

La enorme aglomeración de venduteros haitianos y dominicanos en vías públicas representa una contrariedad para el tránsito y una dificultad migratoria y un inconveniente social, a más de desplazar a dominicanos en legítimas oportunidades laborales.

Crisis racial

El asesinato de tres policías ayer en Luisiana, a manos de un individuo que posteriormente fue muerto a balazos, agrava aún más el generalizado conflicto racial generado por denuncias de violencia policial contra miembros de la comunidad afroamericana.

Hace poco más de una semana que un joven negro mató a cinco policías en Dallas, Texas, que custodiaban una manifestación en protesta por la muerte a manos de agentes blancos de dos afroamericanos.

En el tramo final de su gestión, el presidente Barack Obama afronta una crisis racial que cada día se agrava, en vez de aliviarse, con el asesinato de ocho policías en acciones de venganza, que el mandatario ha definido como “ataques cobardes”.