Opinión Articulistas

Efecto Trump

Efecto Trump

Fernando A. De León

No se espera la noche de los cristales rotos ni de los cuchillos largos de la Alemania de Adolf Hitler; pero persiste una extraña sensación que se da pocas veces en lides políticas: pareciera como si luego del triunfo republicano de Donald Trump, se presentarían nefastos acontecimientos.

Hasta los que sabemos votaron por él, guardan silencio. No parecen estar gozosos. Evidentemente, hay una estampida. En Manhattan, varios conocidos indocumentados ya no se asoman por las esquinas; algunos peluqueros no están yendo a los salones de belleza o peluquerías.

Hay otros negocios de los que algunos empleados se han ausentado. Pero se percibe que, en lo económico, hay un nerviosismo. Ya varios productos han subido de precio, y todo esto refleja que, al contrario de los que algunos creen, con Trump en el Despacho Oval estadounidense, podría haber carestía y escasez.

En cuanto a la instrucción de los niños, muchos padres indocumentados han dejado de enviar a sus hijos a las escuelas elementales. Cunde el pánico y, podría ser posible que la ayuda que hasta ahora reciben, sea suspendida o recortada.

Los que hemos visto estar de acuerdo con su gestión, tanto en República Dominicana como en esta urbe, aun exaltando su figura, parecen tener ciertas reservas. No parecen estar a todo dar en cuanto a su mandato. Hay dubitaciones; todos dicen estar a la espera de lo que va a suceder.

Realmente, hay incertidumbre. A Trump se lo compara como un remedo de Hitler cuyos judíos son los hispanos, los negros, y todo el que no sea nórdico o caucásico.

Aunque no hay campos de exterminios, ya Guantánamo, en la isla de Cuba, es su crematorio y cámara de gas letal. Por lo pronto, se prevén conflictos diplomáticos. Hay que ver la guerra económica que provocarían sus nuevos aranceles, y como incidirán en los países de nuestra región. Como disminuirán las remesas.

Falta comprobar si, como entienden algunos, la política económica de Donald Trump, revitalizará la economía dominicana.

Por: Luis Santamaría Santana
ld.santamaria52@gmail.com