Ramón Rodríguez
Un poco de historia. Después de la Segunda Guerra Mundial, se establece un nuevo orden que presenta como protagonista, una Guerra Fría que enfrenta a las dos potencias vencedoras: La Unión Soviética de Stalin y Los Estados Unidos de Franklin Delano Roosevelt, aunque este no vio el final de la guerra, pues fallecería el 12 de abril.
El deporte fue el vehículo idóneo para evaluar la superioridad de una nación sobre la otra. Ambos países hicieron fabulosas inversiones económicas y prepararon a sus atletas mentalmente, de que una victoria deportiva era ‘’ un triunfo de guerra’’
Los juegos olímpicos de 1952 en Helsinki, Finlandia, fue el primer dramático enfrentamiento entre ambos países, que no ocultaron su tirantez y deseo de supremacía. Resultados: Estados Unidos 76 medallas y la Unión Soviética 71. Sin duda, un triunfo para los soviéticos, pues de ser un país sumamente atrasado algunos años atrás, ya competía de tú a tú con el gigante del norte.
Otra guerra a muerte fue el enfrentamiento en ajedrez en 1972 entre los genios : Bobby Fischer de los Estados Unidos y Boris Spassky de la Unión Soviética.
Ante un mundo fanatizado por el acontecimiento que simbolizaba una guerra psicológica al más alto nivel, el norteamericano Fischer resultó ganador en una partida extraordinaria.
Ocho años más tarde, 1980, los norteamericanos boicotearon los Juegos Olímpicos de Moscú y en 1984, los soviéticos, le pagaron con la misma moneda en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles.
Con el desmoronamiento del Estado Soviético a partir del 25 diciembre de 1991, el Comité Olímpico Internacional, dirigido a sazón por el español Juan Antonio Samaranch, tuvo un respiro y menos presión.
El actual presidente del Comité Olímpico Internacional, Thomas Bach y sus acompañantes, decidieron suspender a Rusia para los Juegos Olímpicos de Paris, tras la invasión a Ucrania, resolución que podría ser aceptada, pero se torna injusta, cuando el mundo ve el genocidio que lleva a cabo Israel en la Franja de Gaza, donde han muerto más 35 mil palestinos, mayormente mujeres y niños.
¿Y cuál es la posición del presidente del COI Thomas Bach? ¿Por qué no suspende a Israel, tal y como lo hizo con Rusia? ¿Por qué no los mide con la misma vara?.
Rusia e Israel deben participar en los Juegos Olímpicos de París, bajo las mismas condiciones.
Es lo justo.
Por: Ramón Rodríguez
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El Nacional
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