En su libro “El fin del poder’’, el intelectual venezolano Moisés Naím, quiso hacer un axioma con la frase de que “El poder hoy en día es más fácil de obtener, más difícil de utilizar y más fácil de perder’’.

Aunque Naím expone diversos ejemplos para sustentar su tesis, lo cierto es que las crisis cíclicas económicas a las que se refirió Carlos Marx, son los ejemplos más prácticos para definir las relaciones de poder. Así ocurrió con el crack de 1929, y recientemente la crisis financiera de 2008. Las crisis económicas siempre han impactado a las sociedades, provocando cambios de gobiernos por la vía democrática y en muchos casos: golpe de Estado. Ahora bien, contrario al escritor venezolano, pienso que nada de esto cambia la naturaleza de la política: la búsqueda del poder bajo cualquier medio.

El presidente Luis Abinader asumió la presidencia bajo condiciones terribles, como consecuencia de la crisis sanitaria mundial del coronavirus. Sin embargo, la lucha por el poder tiene sus reglas bien establecidas: la oposición siempre buscará el poder ‘’sin límites’’, y los que sustentan el poder, tratarán de hacer uso del mismo, para mantenerse en ‘’la silla de alfileres’’

Sorprende pues, que Alfredo Pacheco, un veterano de mil batallas en las lides políticas, haya cometido el desliz, de decir públicamente que sus compañeros funcionarios están cometiendo actos de nepotismo y por tal razón, los miembros del PRM no están nombrados, sino los familiares de los titulares de turno. Elemental: esas cosas no se dicen públicamente, se tratan a lo interno de la organización

Más recientemente, el expresidente, Hipólito Mejía, acusó a sus compañeros de ser ‘’ comesolos’’ al nombrar a sus allegados y olvidarse de los miembros del Partido Revolucionario Moderno.

Pareciera como si a un año y tres meses, los líderes del PRM se hayan cansado de gobernar y rompiendo todas las reglas de la política, quieran regalar el poder a la oposición.

Vivimos en un mundo verbal. Urgentemente el gobierno de Luis Abinader y el PRM, necesitan de verdaderos estrategas de la comunicación.

Por: Ramón Rodríguez
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