La ONU documentó que la violencia protagonizada por las pandillas en Haití dejó en el primer semestre de este año 934 muertos, 684 heridos y 680 secuestros.

Son cifras conservadoras tratándose de una nación que carece de registros actualizados y confiables hasta sobre la identidad de sus propios ciudadanos. La anarquía en la vecina República ha adquirido tanta dimensión que China solicitó al Consejo de Seguridad de la ONU restringirle la venta de armas.

No es ningún secreto que muchas de las armas que llegan a Haití terminan en poder de las pandillas que controlan parte del territorio.

La ONU recoge la inseguridad y el dramatismo que estremece a los haitianos al indicar que solo del 8 al 12 de este mes murieron al menos 234 personas o resultaron heridas por la violencia de las pandillas en el popular barrio de Cité Soleil, en Puerto Príncipe.

Para colmo de males la organización reconoce que la mayoría de las víctimas no están directamente vinculadas a las pandillas, sino que fueron alcanzadas en los pleitos entre los grupos.

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El registro debe servir a la ONU y la comunidad internacional para involucrarse más en la búsqueda de una salida al drama haitiano.

No basta con declarar que se está profundamente preocupado por la crisis en una nación que ha evidenciado hasta la saciedad que no está en capacidad de garantizar la gobernabilidad y la seguridad de sus habitantes. Hay que actuar no solo a favor de los haitianos, sino de este país, que es el que carga pesado frente a la crisis.