La incertidumbre sobre el futuro inmediato de Haití se ha incrementado con todas las incógnitas que se acumulan alrededor de la temprana lucha de poder que se advierte tras el oscuro asesinato del presidente Jovenel Moïse.

Horas antes de ser acribillado por pistoleros que penetraron a su residencia, Moïse había designado al neurocirujano Ariel Henry como primer ministro, en sustitución de Claude Joseph, quien también se desempeña como ministro de Relaciones Exteriores.

Ocurrido el magnicidio, quien ofrece las primeras declaraciones y permanece con las riendas del poder es Joseph, habida cuenta de que Henry no tuvo tiempo de asumir sus funciones. Sin embargo, en medio de las tensiones que vive la nación el recién designado primer ministro reclama la herencia del poder.

Con unas elecciones pautadas para el 26 de septiembre, cuya organización fue una de las responsabilidades que Moïse asignó al sustituto de Joseph, no se sabe lo que puede pasar en Haití. Los haitianos y la comunidad internacional están a las expectativas de un desenlace que incluya establecer las verdaderas razones del atentado que costó la vida a Moïse y en el que resultó herida la primera dama Martine Moïse. Por ahora lo que se advierte es que Joseph no cederá el cargo de primer ministro al neurocirujano que había nombrado Moïse. Estaría por ver si el conflicto va a la justicia y cuál sería la actitud de Joseph en caso de un fallo adverso. Ya el propio Moïse había desacatado una sentencia respecto a su permanencia en el poder.