Los perros ladran, causan mordeduras, y todo porque andan sueltos, por su cuenta, simplemente porque el amo lo permite, lo tolera, es decir, lo desea así. Precisamente eso es lo que está sucediendo con los pro-haitianos concentrados en todo un colectivo protegido por su fidelidad ideológica con el Gobierno, pero debemos evitar que sigan lanzando “mordidas” a la soberanía y nacionalidad en forma homogénea como lo han estado haciendo con la haitianización progresiva de la vida nacional.
Y lo hacen sin dar explicaciones claras del propósito y del alcance de esta felonía. Todo un monumento a la mala fe. Mientras tanto, los sectores nacionalistas, en vez de pedir aclaraciones serias al amo, lo hacen con los canes, disparando a fantasmas, como si estos funcionarios tuvieran una línea particular de responsabilidad en las decisiones operativas de sus instituciones.
Esto mismo ocurre con los agentes extranjeros, que no sabemos cuáles son sus límites pues a través de sus organizaciones se implican y sirven a esa funesta conspiración contra la República Dominicana.
O, si, más que cooperantes, son mercenarios. En verdad está ocurriendo así, estos sectores extraños han estado promoviendo y financiando un preocupante cambio de la permanencia y tolerancia de la magnitud y peligrosidad que deja esa presencia haitiana que se desplaza por todo el territorio nacional.
Pero lo preocupante es que esa actitud antinacional, la autoridad que debe cuidar el Estado se presta a fortalecerla. Es por ello que la bandera de lucha que proponemos es la de hacer advertencias al amo, a quien los designa en los cargos, los confirma, y los agasaja por su proceder.
Sin embargo, entre los nacionalistas hay una rara defensa de la patria, una desviación en la exigencia puesto que el malestar está agravado por la tolerancia de la autoridad nacional, pero se empeñan en señalar a los organismos internacionales cuando ellos no son el gobierno.
Definitivamente, con esa actitud sólo nos queda apreciar que hay todo un acomodamiento con quien debe abordar la vulnerabilidad.