Opinión

Esto pienso, esto creo: Sueño o realidad, de igual manera lo padecí

Esto pienso, esto creo: Sueño o realidad, de igual manera lo padecí

En cuanto a si soñé o no, eso es indiscutible. El problema es que no puedo establecer donde se inicia el mismo y en qué momento deje de distinguir entre la realidad y el sueño. Quizás por eso me dispuse a terminar de narrar eso que no sé -y reitero- en realidad, si lo viví en el sueño o lo padecí en una cruel realidad.

Considero que en la profesión o en el negocio que la política se ha convertido, los favores políticos, son como los eslabones que pretenden unirte a la cadena y es precisamente, esa intención la que nos ha llevado a este estado de lucha grupal, solo por apetencias personales.

En algún momento, alguien cuestionó sobre qué tenían en común la política y la ciencia, ante la disyuntiva de que la primera es presentada semejante a la segunda, concordando que lo común entre ambas, era lo que costaba saber quién miente.

Sí, ese personaje de mi sueño se decantó por sus ambiciones personales y las de la selecta camada que le acompaña, donde todos son aspirantes al más grande de los préstamos que hace el pueblo. Ahora su rostro es digno de un análisis, que a simple vista muestra una persona amargada, un lobo feroz frustrado por el escape de su presa; una rabia acomplejada que no parece tener límites con tal de lograr una cruenta venganza, en fin, un ser apático, enigmático, encerrado en sus propias miserias y que llegó a creerse aquello de; “L´ Etat c´est moi”.

Y que nadie se llame a engaños, porque conoce muy bien a lo que se expone y expone a los suyos si ese blindaje y esa indigna impunidad es derribada; conoce muy bien que con cualquier temblor serian pocos los Ángeles que permanecerían en el Altar. Sabe que el espectáculo sería similar a las estatuas de los tiranos una vez son derrocados. Los nubarrones están ahí, el cuándo caerá el agua es la incógnita pero, de que lloverá, lloverá. La perversidad y los complejos lo han llevado, junto a su rebaño, a creer que La Nación gira en su rededor y no él, como debe y tiene que ser.

Mi lamento es, que cuando fui consultado sobre este indoloro y prejuiciado personaje, mis consideraciones han resultado todas ciertas, aunque desearía haberme equivocado. Maldición, no sé si estoy hablando del sueño o de qué.

Pero ya no hay nada que hacer, solo lamentos y asegurar, como dice una vieja sentencia de que; “La Juventud se desperdicia en la Juventud”, tal como ha sucedido con la institucionalidad de este país, absorbida por un clientelismo político humillante, abusivo y canceroso, donde las lamentaciones y angustias son silenciadas por absurdas argumentaciones.

Buceando dentro de la basura, me encontré con la verdad. Ante el silencio, a sabiendas de que tenía una deuda le pregunté; ¿Vas a pagar o no?… ¡Silencio! Y lo mismo se repite por meses y meses pero, nada de pagar Mil veces le pregunté si optaría por una prorroga y el silencio fue su respuesta, cuando lo único que tenía que responder era que le gustaría pero que le estaba prohibido y, del mismo modo, acallar las gallaretas. Pero ante tanta lucha, supongo habrán notado que solo hablan de los intereses de un grupo y que en ningún momento han pensado en los del Pueblo.

Fue, precisamente en el momento cuando balbuceo que iba a cumplir con su palabra, cuando encontré algo siniestro en toda la basura que había y habían lanzado: ¿Acaso el fin último, ante la desgracia de tener que pagar, el objetivo sería hacer una edición de la Mezquita política y que el peregrinaje en vez de dirigirse a la Máximo Gómez, tuviera otra dirección? ¿Duermo o estoy despierto? No lo sé. ¡Sí señor!

El Nacional

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