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Violencia de género, o degradación de todo, es la cuestión

Violencia de género, o degradación de todo, es la cuestión

En la selva, es prácticamente imposible domar un animal, pero, muy a pesar de muchos no querer aceptar que en realidad el Ser humano es otro animal, en ese preciso momento inician el proceso de engañarse a sí mismos. Solo el vivir en comunidad y las leyes que se establecen, son la diferencia entre los puramente salvajes y nosotros, llamados ostentosamente, seres pensantes.

Pasamos de hace unas décadas a vivir hasta con las puertas y ventanas abiertas, a vivir enjaulados por hierros, concreto y toda una serie de nuevos artilugios, para establecer algún tipo de seguridad que nos permita disponer de cierta seguridad física y psicológica.

Con el paso del tiempo, la seguridad se ha ido permeando en igual proporción al descalabro de los organismos creados para hacer cumplir las leyes, incluyendo, desgraciadamente, hasta aquellos que las han creado, convirtiéndose estos en los principales protagonistas para que se haya producido el descalabro de esas instituciones.

El clientelismo político penetró dentro de estas instituciones de manera tal, que poco a poco convirtieron la disciplina y el entrenamiento en una cosa con más hoyos que un queso Gruyere, donde el respeto fue sustituido por la corrupción y el contubernio entre superiores y subalternos, donde en la actualidad, parecen más que eso, socios, en tanto campea por su ausencia lo único que podría cambiar ese rumbo desviado y que simplemente se llama, entrenamiento.

En vez de la rigidez de la disciplina, se ha impuesto la farandulearía como producto final de lo expuesto más arriba. Estamos ante el hecho palpable, de que Heráclito tenía razón, cuando expuso que el fundamento de todo estaba basado en el cambio incesante, donde todo ser deviene y todo se transforma en un proceso continuo de nacimiento y destrucción al que nada escapa.

Lamentablemente, al parecer, escogimos el camino de la destrucción, producto de la no aplicación de las leyes establecidas y hoy, estos organismos, solo son, cascarones vacíos de virtudes y capacidades que han sido yendo sido sustituidas por la complacencia, la irresponsabilidad, el clientelismo político y la corrupción.

Como muestra vergonzosa de esto, nos encontramos con decenas de miembros de estos organismos, sentados en el banquillo de los acusados y todos, unidos por el ombligo de la corrupción. Han manchado el uniforme y siquiera así, han sido separados de los mismos, constituyendo dentro de los cuarteles, algo peor que una plaga maldita.

Ante esta situación, no podemos olvidar de donde proceden estos políticos, militares y policías, porque, si ellos están podridos, la mirada, si se hiciese con responsabilidad, debería estar dirigida a la propia sociedad que nos alberga a todos.

¿Violencia de Género o ausencia de Educación? ¡Esa es la cuestión! ¿Es la mujer la culpable?  ¿Lo es el hombre? ¿O acaso todo se concreta en un sistema corrupto que solo vela por intereses particulares de unos cuantos que han y denigran la ejecución de las ciencias políticas? ¿O, por el contrario, nos unimos esperanzados a lo dicho por el arzobispo de Santiago, cuando expresó que; “confía en que se consolidará la madurez de los políticos en RD”?  pero, me viene por decir, que habría que esperar unos meses, a ver qué sucede con algunos de los que mal nos gobernaron y aún no han sido tocados siquiera con el pétalo de una flor, aunque más bien, debería de ser, con la penca de un cactus.

¿Y quién fue o es el Buey Apis de la impunidad y a la vez el dios de la fertilidad que con una simple frase logró que la tremenda fecundidad de las indelicadezas que luego han creado el monstruo que acabó con la institucionalidad? Mejor sería, como somos tan dados a crear héroes, Santos y demás demonios, decir; “Compadre, no me mueva el altar que se me caen todos los Santos” ¡Sí señor!

El Nacional

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