Cuesta aceptar
Cuesta aceptar que un capo tan poderoso confiese con tanto candor que fue víctima de una emboscada del hijo de Joaquín “el Chapo” Guzmán para entregarlo a Estados Unidos. Se supone que un hombre con precio tan alto por su cabeza tenía que estar vacunado contra todo tipo de artimañas para detenerlo o secuestrarlo.