Al decidir armarse para fortalecer su defensa, Europa occidental sabe que en cualquier momento el presidente de Ucrania, Volidímir Zelenski, puede llegar a un acuerdo con Donald Trump y que no puede contar con Estados Unidos como aliado frente a la expansión de Rusia.
Washington se ha mostrado más comprensivo con el presidente ruso Vladimir Putin frente a la invasión a Ucrania que frente a Zelenski, a quien incluso ha culpado de la guerra que ya lleva tres años.
Tras advertir a Zelenski que le retiraría el apoyo militar y financiero si no llegaba a un acuerdo de rendición, la Unión Europea entendió que había perdido a su principal aliado para frenar la expansión de Rusia.
Y de ahí que se planteara multiplicar el gasto en seguridad y defensa para rearmarse ante lo que definió como amenaza existencial que representa la agresión rusa a Ucrania.
Se estima que la estrategia armamentista, para evitar que se repita la historia de la Segunda Guerra Mundial, supondría una inversión de 800 mil millones de euros.
El panorama se enrarece aún más con la advertencia de China de que está preparada para una confrontación con Estados Unidos en cualquier terreno.