La esencia del olimpismo es unir los pueblos y hacer de los atletas, ciudadanos del mundo para promover valores como el amor, tolerancia, gratitud solidaridad y honestidad.
Esos eran los ideales de Pierre de Coubertin. El lucro no existía en la mentalidad del fundador de las olimpiadas modernas. Todos sentimos un amor especial por el deporte, es por eso, que cuando a doña Milagros Ortiz Bosch le presentaron algunas » pruebas» sobre posibles actos de corrupción en el olimpismo, me dicen que más bien se sintió triste. Lo mismo ocurre con la Procuraduría Especializada de Persecución de la Corrupción Administrativa, PEPCA, que tiene expedientes sobre posible corrupción de federaciones deportivas y tampoco ha actuado.
Ha pesado más el amor al deporte que la responsabilidad de cuidar los recursos públicos. El deporte se ha convertido en una verdadera industria de hacer dinero, pero los recursos que invierten nuestros gobiernos para competencias deportivas, tienen que ser regulados, pues cuando se gastan cientos de millones sin criterio y sin ningún resultado, se dejan de salvar cientos de vidas en hospitales que necesitan esos recursos dilapidados.
He sostenido que nuestros gobiernos deben invertir en el deporte, pues éste tiene el valor agregado de contribuir a la salud y la educación integral de nuestros niños y jóvenes, de hecho, este Ministerio de Deportes, que dirige Francisco Camacho, ha erogado más de 3 mil millones, lo cual demanda de una efectiva supervisión y exigencia irrestricta a las federaciones deportivas para que liquiden sin trucos sus recursos. La única forma de que el movimiento olímpico pueda recuperar su credibilidad, es aferrándose a la transparencia y dejar de «apandillarse» para defenderse de acciones incorrectas. Un sólo ejemplo desnuda de cuerpo entero las debilidades de nuestras federaciones.
Los empresarios dominicanos: Ramón Hipólito Mejía y Manuel Estrella, presentaron renuncias irrevocables al Comité de selecciones nacionales de la Federación Dominicana de Fútbol. Aunque ambos fueron muy diplomáticos en sus comunicaciones, se infiere que Rubén García, presidente de la federación de fútbol, tiene el mismo proceder que la mayoría de los federados: individualista, egoísta, improvisador y falta de criterio.
Por lo menos, estas ‘’ cualidades’’ de Rubén García fueron dejadas bien claras por los renunciantes. Pienso que Ramón Hipólito y Manuel Estrella no renunciaron, Rubén los obligó a renunciar con su actitud. ¿Qué querrá ocultar el presidente de la federación de fútbol? Algún día se sabrá.
Por: Ramón Rodríguez
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