Editorial Opinión

Fin de la pandemia

Fin de la pandemia

La Organización Mundial de la Salud (OMS) retiró la definición de emergencia mundial a la covid-19, lo que marca un final simbólico de una devastadora pandemia que causó la muerte, según reveló el director general de esa agencia, al menos a 20 millones de personas y provocó el colapso de la economía mundial.

Con tan escandalosa cifra de fallecimientos, Tedros Adhanom Ghebreyesus, actualizó el número de decesos que hasta la víspera se estimaba en cerca de siete millones, sin que se ofrezcan explicaciones sobre las razones de tan pronunciado incremento.

Aún se ignora el origen preciso de la pandemia que motivó un extendido confinamiento a nivel mundial y la paralización de la mayoría de las actividades económicas, por lo que gobiernos y consorcios farmacéuticos se embarcaron en loca carrera de lograr articular vacunas que previnieran contra los efectos del coronavirus.

Los primeros casos de covid-19 fueron identificados a finales de diciembre de 2019 en la provincia china de Wuhan, por lo que la enfermedad, derivada del virus Sars-CoV-2, fue llamada “Neumonía de Wuhan”, reconocida como pandemia por la OMS el 11 de marzo de 2020, cuando ya había causado 4,291 muertos y 118 mil infectados.

Aquí la covid-19 ha cobrado la vida de 4,384 personas y 660,779 contagios, desde el 1 de marzo de 2019 cuando el Gobierno confirmó el primer caso diagnosticado en el país, el de un turista italiano, de 62 años, quien fue recluido en el hospital militar Ramón de Lara y sobrevivió a la pandemia.

A pesar de los estragos en términos de muertes, contagios y paralización de la economía, República Dominicana ha sido reconocida a nivel mundial por el buen manejo de los protocolos de contención pandémica, incluido la rápida provisión de vacunas, la mayoría adquirida en la República Popular China.

El fin de la emergencia mundial por la pandemia de la covid-19 concluye también uno de los periodos más aciagos de la humanidad, matizado por muertes, contagios, inhabilitación laboral y prolongado encierro, con profundos daños a la economía global, al sosiego colectivo y familiar, cuyos efectos perdurarán por muchas generaciones.

Gobernantes y gobernados deberían asimilar la terrible experiencia que ha significado la pandemia y asumir conciencia en torno a la necesidad de promover unidad, justicia y comprensión entre todos los dominicanos, sin distingo económico o social, porque el coronavirus enseñó que la tragedia no tiene miramiento y que la solidaridad se erige siempre como la mejor arma para afrontarla.

El Nacional

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