Fuera de los “resorts” están los rasgos que definen nuestra nación como una verdadera “fritanga”, es decir, todo ese contenido grasiento de carnes y vísceras fritas que genera tantas vulnerabilidades: ruido, basura, olores fuertes, música alta y acelerada, suciedad, grasa esparcida, y a su vez polillas y roedores atraídos por los desperdicios.
El país sigue siendo una “feria” de tantas deficiencias aún los fundamentos del cuadro macroeconómico sigan siendo mucho más que razonablemente buenos -ya son muchos años- a pesar de la crisis, de la pandemia,la crisis inflacionaria y un horizonte -eso sí, aparentemente cada vez más lejano- del cambio de factores culturales algunos de ellos, pero la mayoría superables. La situación es una bomba que da vértigo al más sosegado, y más si pretendemos convertirnos en una “potencia turística”.
La basura, apagones, la falta de agua potable, el tránsito y el transporte,la falta de señalización en calles y carreteras, baja educación ciudadana, servicios de salud precarios, inseguridad, la delincuencia, corrupción, ruidos, falta de higiene e inocuidad en alimentos, drogas, desigualdad social,degradación ambiental, en fin, son males que dejan poco margen de maniobra.
Sobretodo esa carga negativa y el poco ánimo por reformar esta sociedad cuya mayor amenaza es migratoria y corresponde a una sociedad superhambrienta que la convierte en superpeligrosa como es la haitiana, y una altísima deuda externa que hacen del país una quimera. Tantas primacías que exhibir,pero tantas deficiencias agravadas.Por tanto, después del éxito de Fitur nos toca corregir a “fritur”.
Es lamentable tener que identificar la nación con la pluralidad de males que nos aquejan, pero los gobiernos -este en particular- se han convertido en una mera burocracia.Sé que tenemos señas étnicas y culturales como dije antes que nos limitan para avanzar, pero estamos en el deber de superar estos anacronismos si deseamos ser un país respetado, y para ello parece necesario hacer énfasis en lo educativo y lo coercitivo.