Recientemente, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, un organismo de la OEA, volvió a incurrir en la repugnante intromisión en los asuntos internos de nuestro país, al reclamar el cese de las deportaciones de los haitianos ilegales y la continuación de la prestación de servicios médicos a las parturientas indocumentadas, asuntos que son estrictamente de la competencia de la soberanía de una nación que tiene el derecho del control migratorio.

Inmediatamente, el gobierno del presidente Luis Abinader, respondió que son injustos e inoportunos, los comentarios de la CDHH, cuando afirma que ambas medidas constituyen violaciones inherentes a la persona humana, y que la política de las repatriaciones seguirán y que no permitirán la entrada de mujeres parturientas en avanzado estado de gestación, pues ocupan la mayoría de las camas de los hospitales públicos, dejando desamparadas a decenas de dominicanas que requieren asistencia médica por múltiples patologías.

La OEA y los organismos que la integran tienen un descrédito total en Latinoamérica, dado que sus acciones se enmarcan para obedecer políticas de potencias extrajeras, olvidando su esencia de defender a los países miembros, y su función actual se limita a altos salarios de sus ejecutivos, almuerzos suculentos, con excelentes aderezos y a cenas diplomáticas para pláticas, sin importancia, con una ausencia total de los acuciantes problemas de la región e interviniendo en crisis que no son de su competencia.

La República Dominicana vivió una amarga experiencia con la OEA durante la revolución de abril del año 1965, cuando fue la principal promotora de la Fuerza Interamericana de Paz que intentó legalizar la intervención norteamericana que detuvo el proceso del retorno a la constitucionalidad, sin elecciones, para reponer al gobierno del profesor Juan Bosch, víctima de un golpe de Estado en el año 1963.

La OEA no ha formulado ninguna declaración, censurando la advertencia de los Estados Unidos en el sentido de que deportará a los miles de haitianos que intentan cruzar su frontera.

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