Me resultó impactante cuando escuché decir a Felucho Jiménez, miembro del Comité político del PLD, que las profundas heridas existentes entre el presidente Danilo Medina y el expresidente Leonel Fernández, imposibilitaba un acuerdo político.
Pensé por un instante que se trataba de contradicciones entre miembros de la realeza, o dioses del olimpo, cuyo orgullo herido no les permitía descender a resolver los problemas humanos. No es así, Felucho. Eso no fue lo que nos enseñó Juan Bosch.
El líder histórico del Partido de la Liberación Dominicana enseñó en todo su trajinar político y claro está, lo dejó plasmado en sus obras, que un político responsable, siempre debe estar en disposición de obrar por los mejores intereses de su país, en tal sentido, es una pifia conceptual, inaceptable en un discípulo de Bosch, plantear que las diferencias de esos dos connotados líderes, está por encima de aquel compromiso de que el PLD tenía que terminar la obra inconclusa de Duarte.
Nuestro prócer vegano siempre le dio la condición de genio político a Vladimir Ulianov, Lenin. Insistió en recordar que fue un gran paso táctico aquel histórico momento en que el líder Ruso, obviando las acusaciones de traidor que se le hacía, tomó aquel histórico tren con 31 de sus compañeros la tarde del 9 de abril del 1917 para decidir la suerte de Rusia y tomar el poder con la inmortal consigna de : Paz, Pan y Tierra.
Don Juan enseñó que en política las cosas personales no cuentan. Y recalcó que el que se metía en la política, vivía con una serpiente venenosa en su casa. Lo que debió haber dicho Felucho, es que hay muchos empresarios al lado de ambos líderes que manejan poder, pero que no son capaces, si siquiera de definir el concepto de política.
Nuestro sistema político siempre estará amenazado mientras sus actores desconozcan hechos fundamentales de la historia: El tratado de Brest-Listov saca a Rusia de la primera guerra mundial.
Los llamados tres grandes: Franklin Delano Roosevelt, Winston Churchill y Joseph Stalin, dieron cátedra de que el diálogo es la vía para resolver los grandes conflictos. Lo demostraron en la Conferencia de Moscú, Casablanca, Teherán, Yalta, y Potsdam.