Con la orden de cierre total de la frontera con Haití, el presidente Luis Abinader ha lanzado los dados de la historia, al tomar una decisión trascendente, irrevocable, sin importar las consecuencias políticas o económicas que acarree, pero con la convicción de que así defiende la soberanía nacional.
El mandatario concedió plazo hasta ayer para que desde el lado haitiano se suspendiera la construcción de un canal de riego que desviaría el curso del rio Masacre, o sellaría el paso fronterizo por tierra, mar y aire, como al efecto lo dispuso a partir de hoy.
Un improvisado resquicio dialogante entre delegados dominicanos y haitianos concluyó sin ningún acuerdo, básicamente porque la parte haitiana carecía de calidad o representación efectiva, en virtud de que el propio primer ministro, Ariel Henry, admitió no poseer fuerza para impedir la continuación de esa obra.
Como para no dejar espacio a la menor duda, el mandatario dominicano dijo que tanto “el Ejercito, la Armada y la Fuerza Aérea están preparados para cumplir con esta disposición”, y que los incontrolables de Haití no lo serán para el gobierno dominicano.
A menos que se detenga el despropósito de desviar el curso del río Masacre, la crisis de Haití se agravará con el cierre indefinido del vital mercado dominicano proveedor de alimentos y otros bienes, aunque se admite que productores, industriales y comerciantes locales también resultarán perjudicados.
A partir de hoy, un manto de incertidumbre cubre las relaciones dominico-haitianas que podrían deteriorarse aún más a causa de una iniciativa atribuida a particulares, de intentar desviar el cauce de un río transfronterizo sin previo conocimiento ni consentimiento de las autoridades dominicanas. Queda claro que esa acción constituye una inaceptable agresión contra la soberanía nacional que ha motivado medidas condignas cónsonas con el agravio, aunque en todo momento el gobierno dominicano ha procurado mantener canales de comunicación y diálogo con Haití.
El momento es de unidad inquebrantable y respaldo absoluto al cierre indefinido de la frontera, difícil decisión, con la cual el presidente Abinader ha cruzado a propio riesgo el Rubicón con el propósito de defender la soberanía nacional.