Opinión

Intercambios de disparos

Intercambios de disparos

Danilo Cruz Pichardo

La inseguridad ciudadana, durante más de dos décadas, ha sido el principal problema de los dominicanos, conforme a las encuestas. Los gobiernos de Hipólito Mejía, Leonel Fernández, Danilo Medina y Luis Abinader fracasaron. Ninguno implementó medidas adecuadas para enfrentar este mal social.

Ese flagelo no se erradica en cuatro años, porque los posibles elementos causales demandan de un proyecto a largo plazo, que permita combatir la marginalidad social, la falta de educación y oportunidades de empleo de los jóvenes, la transculturación y el afán de lucro. Y los miembros de hogares disueltos requieren ayuda sicológica.

En una gestión de cuatro años apenas se pueden iniciar medidas preventivas, que hasta el momento brillan por su ausencia. Mientras tanto procede la persecución, pero se impone que involucre a todos los integrantes de bandas delincuenciales, sin excluir a sus protectores, que muchas veces están en la Policía Nacional, en las Fuerzas Armadas y en los fiscales de los cuarteles barriales.

Con efectivos mecanismos de inteligencia se identifica al 90% de los responsables de la criminalidad, se detienen y someten a la justicia. Pero es una persecución que tiene que iniciar por los de arriba, sin importar jerarquía policial, militar, judicial ni política. Los entrenadores boxísticos sugieren golpear la cabeza, que el cuerpo cae solo. Es cuestión de lógica.

Cuando el presidente Abinader estaba en campaña aseguraba que solucionaría la inseguridad ciudadana. En el Programa de Gobierno del PRM están plasmadas las medidas a tomar, muchas basadas en la experiencia de Rudolph Giuliani, exalcalde de New York, quien vino al país a ofrecer asesoría a Luis cuando era opositor.

Abinader, sin embargo, llegó al Gobierno y se inventó una reforma policial que de nada valió. Tampoco ha servido la asesoría dePepe Vila. El problema le queda grande. Ahora se apela de nuevo a los intercambios de disparos, ilegales, llevan luto a los pobres y nada resuelven, porque los jefes continuarían reclutando a muchachos de sectores marginados.