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Johnny Ventura su doble legado

Johnny Ventura su doble legado

Johnny Ventura, más popularmente asimilado El Caballo Mayor, nombre de pila Juan de Dios Ventura Soriano, desmaterializado julio 29, deja doble legado a su país, primero, como tercer creador del merengue original de güira, acordeón y tambora de Ñico Lora, Tatico Henríquez y Ramón Madora, entre otros insignes, luego orquestas de Luis Alberti, Rafael Ignacio, Papa Molina, Papín Feliú, Reliquia Vásquez, Agustín Mercier y Ramón Gallardo, final rumboso y estruendoso, que más bien estrenó Antonio Morel, y Johnny revolucionó con su legendario Combo Show, para institucionalizarse, internacionalizarse, afincarse, quedarse y eternizarse.

Segundo legado de Johnny Ventura, su tránsito y debut político, donde desempeñándose como diputado y alcalde del Distrito Nacional, marcó una impronta prístina de incuestionable pulcritud, recto mensaje y subliminal lectura a quienes ejercen la actividad humana más noble, conforme sentenció Aristóteles, sabio filósofo de la Grecia Antigua.

Cuando Johnny Ventura impregnó al merengue de un innovador y acelerado ritmo, final año 1961 e inicios 1962, el país atravesaba por un período de enorme convulsión emocional, consecuencia ajusticiar al tirano Rafael Leónidas Trujillo, una posible intervención de Estados Unidos, y un paréntesis para restaurar la democracia perdida desde el 23 de febrero de 1930, cuando el joven brigadier de 39 años, depuso a su jefe superior y protector, el presidente Horacio Vásquez, y la innovación de Johnny al merengue resultó un antídoto y un ansiolítico a la enervación ciudadana.

Fue idéntico caso del compositor Glenn Miller, cuando 48 meses antes de finalizar la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), estrenó con su famosa orquesta un ritmo acelerado y alegre, consiguiendo reanimar el sentimiento nacional norteamericano, anestesiado por las muertes del episodio más sangriento de la historia universal.

Johnny Ventura enfrentó el merengue establecido imperante, propulsado y entronizado en los círculos sociales encopetados por el generalísimo Rafael Leónidas Trujillo como factor propulsor de su proyecto político, con el pivote de los aires musicales preferido de las clases marginadas, tanto citadinas, pero más las rurales, de donde surge el perico ripiao, conforme la columnista Elsa Ramírez de Miura, en su columna en Hoy del dos del presente mes, surgido en el carenciado barrio santiagués La Joya, en 1932, precisando que perico ripiao era un ritmo bailable entre jadeos sudorosos por cueros (prostitutas), al son de güira, tambora y acordeón, muy probable contado entre sus pioneros, entre otros, a Luis García, zapatero y bohemio, residente en el confín de La Joya, bordeando el Yaque dormilón.

Johnny Ventura superó el merengue de perico ripiao y las orquestas establecidas mencionadas, su colosal y genuino aporte al nuevo modismo de tocar y consiguiente bailar merengue, su más bruñido palmarés con su estilo renovador o revolucionario del nuevo merengue, surgido al socaire de los apelativos emocionales descritos.

A partir de esa histórica inflexión en la historia y evolución del merengue original de Johnny Ventura, el país, como una sola persona, desertó en gran proporción del merengue orquestal interpretado por los grandes maestros señalados, atendiendo a que profesor es quien enseña, maestro quien crea una escuela del ámbito que fuese. Johnny Ventura fue lo segundo.

Su impronta logró un apretado consenso, como un nudo mojado incapaz de desatarse, núcleo emocional popular, que el tiempo catapultó a estratos altos, perennales, y sin reprisse.

El sepelio de Johnny Ventura se convirtió en todo un acontecimiento donde la multitud expresó con llantos y dolor su admiración por ese legendario artista popular dominicano.

Creando una escuela, como iluminado maestro que fue, Johnny logró rápido y caudaloso, que una trova de insignes compositores secundaran su iniciativa musical revolucionaria del merengue, surgiendo   los artistas incomparables Wilfrido Vargas, Félix del Rosario y los Magos del Ritmo, debutando 1964 en el hoy desaparecido hotel Europa, kilómetro Cero, frente al parque Independencia, contiguo al icónico restaurant Mario, recuerdos de un pretérito inundado de temblorosas gratas nostalgias, seguido por los colosales Frank Cruz, Dioni Fernández, Ramón Orlando, Alex Bueno, Bonny Cepeda, Belkys Concepción y Las Chicán, primera orquesta femenina de merengue en RD, Miriam Cruz, Sergio Vargas, Milly Quezada, Fernando Villalona, todos estamparon sus huellas indelebles gratísimas por las amplias veredas desbrozada por Johnny Ventura.

“Tú te puedes retirar del trabajo de la música, pero de la música en sí no te puedes retirar, porque es algo que reside en ti. En mi caso, cuando subo a la tarima la gente puede ver cómo me transformo, no tengo que hacer ningún esfuerzo para hacer lo que hago, es la música que me suple eso, y hay un ingrediente particular que lo completa, que es como me recibe el público”, confesó Johnny a El Caribe, en la última entrevista que concedió en julio 25.

Apenas cuatro días luego,  julio 29, un infarto fulminante derribó de las tarimas y de la vida al “Caballo Mayor”.

De ninguna manera, jamás, se borrará de la memoria de sus paisanos, y de su impronta de revolucionar un merengue “pegado”, para siempre en el alma nacional.

¡Mira que rico, Johnny!

¡Te amaremos por siempre!

UBI RIVAS
ubirivas30@gmail.com

El Nacional

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