Opinión

La espina de Caricom

La espina de Caricom

Luis Pérez Casanova

En estos tiempos de tanta convulsión, la estabilidad social, política y económica ha convertido a República Dominicana en un referente no solo en el Caribe, sino en toda la región. Al país se le mira con un respeto que el presidente Luis Abinader se ha ocupado de refrendar a través de una política exterior que tiene en la solidaridad y la defensa de las prácticas democráticas dos de sus ejes fundamentales.

Encuentros como los sostenidos con el francés Emmanuel Macron o con el brasileño Lula da Silva no son meros protocolos diplomáticos, sino testimonio de la relevancia conquistada por esta nación en el escenario internacional.

Pero entre los muchos puntos luminosos que pueden citarse bajo la actual gestión hay uno que tiene una trascendencia extraordinaria: se trata de las buenas relaciones con los países del Caricom, un conglomerado que desde antes de la controversial sentencia 168/13 sobre la nacionalidad vivía en una campaña permanente frente al supuesto racismo, discriminación y persecución aquí contra los inmigrantes haitianos.

Para la Comunidad Económica del Caribe, República Dominicana era la única culpable de la desgracia de la nación vecina.

La animadversión llegó tan lejos que en una conferencia de la Celac celebrada en La Habana, Cuba, el entonces presidente Danilo Medina tuvo que poner en su puesto al primer ministro de San Vicente y Granadinas, Ralph Gonsalves, por la sistemática acusación de odio y desprecio a nuestros vecinos que a su juicio entrañaba la polémica sentencia sobre la nacionalidad dominicana. Gonsalves no hablaba solo por él, sino que sintetizaba el sentir de los países del Caricom sobre la supuesta esclavitud a que se sometían a los haitianos en República Dominicana.

Pero hoy, gracias a un inteligente ejercicio diplomático se ha logrado, más que neutralizar, convertir al bloque en una suerte de aliado frente al caso de Haití. Es lo que se deduce de su silencio hasta sobre las repatriaciones de indocumentados. Además de celebrar las relaciones de República Dominicana y Guyana, las naciones caribeñas se han percatado de que la clase política y económica de Haití es la principal responsable de la ingobernabilidad y la inseguridad que campean en la desintegrada nación.

Caricom, que era como una espina clavada en el alma, ha reconocido en Abinader a un gobernante preocupado por encontrar una salida humanitaria a la crisis política y económica de Haití, al insistir en llamar la atención de las principales potencias y sacándola a relucir en todos los eventos internacionales. O sea, que cuando se hable de éxito de la política exterior del Gobierno hay que incluir el cambio de actitud de los países del Caribe hacia República Dominicana.