Se especula que los organismos de seguridad del Estado han penetrado al personal que realiza trabajos de campo de determinadas encuestas, para distorsionar resultados de algunas variables, que alteran los porcentajes que se les atribuyen a los dos grandes partidos que se disputan el triunfo del venidero día 20.
Para las cosas que ha hecho este gobierno, resulta irrelevante el hecho de infiltrar trabajos de investigaciones de opinión, para ofertar una percepción favorable a la fórmula electoral oficialista.
Pero hay un dato que es real y, por consiguiente, fuera de discusión. Y es el hecho de que el partido gobernante encabeza todas las encuestas, manipuladas o no, entre el segmento femenino. Hipólito y Luis aparecen punteros en el voto de los hombres por holgado margen, pero las mujeres les desfavorecen.
Acabo de ver dos encuestas, auspiciadas por instituciones independientes y realizadas por técnicos de alta competencia profesional, en las que el PRD está arriba por 3 y 2 puntos porcentuales respectivamente, pero también son encabezadas por el oficialismo entre las féminas. Es un dato que se ha mantenido, con altas y bajas, durante meses. ¿Qué se puede hacer?
El PRD ha creado spots televisivos dirigidos a la mujer, pero todo indica que no dispone de recursos para una divulgación satisfactoria. Además, nunca en la historia electoral dominicana se había observado un desequilibro comunicacional como en la presente campaña, desbalance prohibido en todos los países democráticos.
De todos modos, hay indignación en la población por el uso abusivo de los recursos del Estado. Estoy convencido de que habrá un voto de castigo en contra del gobierno del PLD y que Hipólito y Luis terminarán ganando la contienda electoral para sacar al país del desastre en que se halla sumido.
El PRD terminará ganando por 7 u 8 puntos, pero necesita descontar algo al PLD entre las mujeres, que ha sido el sector más afectado por este desgobierno, con el costo de la canasta familiar, la discriminación de géneros y los feminicidios que se registran a diario, ante la mirada indiferente de Leonel y Margarita.