Ante el pedido de la Fiscalía de Polonia para que el Ministerio Público dominicano aporte las pruebas que dice tener sobre los abusos sexuales perpetrados por el cura polaco Wojciech Gil (Padre Alberto), las evidencias presentadas por fiscales de Santiago son estremecedoras y obligan al procurador general a mover cielo y tierra para que ese depredador sea condenado a muchos años de cárcel.
Ese individuo que fungía como cura párroco de una iglesia de la comunidad de Juncalito almacenaba en un archivo de computadora confiscado por la Fiscalía los crímenes y aberraciones que perpetraba contra niños a quienes obligaba a vestir ropa íntima de mujer que también fue decomisada.
Posiblemente impactado por los casos de pederastia imputados al ex nuncio Jozef Wesolowski y al padre Alberto Gil, el papa Francisco ha reclamado castigo severo para curas que incurran en abusos o violaciones sexuales, mientras que las autoridades de Polonia expresan voluntad de procesarlos por esos crímenes. El procurador general, Francisco Domínguez Brito, ha dicho que un equipo de procuradores e investigadores trabajan en la recolección de evidencias contra esos sacerdotes para ser enviadas a la Fiscalía de Polonia, a los fines de que se inicie proceso que debe concluir en el pronunciamiento de penas severas en su contra.
Se sabe que una indignada jerarquía católica dominicana ha puesto en auto al papa Francisco sobre las acciones de depredación sexual contra menores que se atribuyen a esos sacerdotes y que ha colaborado activamente con las autoridades para levantar el fardo probatorio que sustentará la acusación en tribunales eclesiásticos y ordinarios.
Para que se tenga una idea de la magnitud del crimen que habría perpetrado el cura Wojciech Gil en Juncalito, la Fiscalía de Santiago reveló que ha podido identificar al menos 15 casos de niños abusados por ese individuo, que tras desatarse el escándalo de pederastia huyó hacia Polonia, donde ha sido ubicado por la Policía Internacional (Interpol).
En vez de entregarse a las autoridades de su país, el tal Padre Gil ha definido a República Dominicana como “un país de salvajes” y a los niños abusados por él como “negritos”, lo que eleva aún más la indignación de la Iglesia y de la sociedad toda, que reclaman que sea procesado y condenado por sus perversidades. El exnuncio Wesolowski y el mentado Padre Alberto deben responder ante autoridades terrenales por sus crímenes contra niños, en la seguridad de que, a menos que purguen aquí sus pecados, tendrán al Infierno como morada eterna