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Leslie Rosado

Leslie Rosado

Chiqui Vicioso

Bajaba de mi casa en Resoli cuando en una curva un joven motorista se estrelló contra mi vehículo.  El golpe fue fuerte pues le partió el casco en dos y me bajé enseguida para ver cómo había quedado.  Comenzó de inmediato a insultarme y decirme que era mi culpa y yo le dije que lo que importaba era ir al hospital, que luego hablaríamos.

De inmediato salió la mamá con un palo y comenzaron a aparecer todos los vecinos y se formó una pequeña multitud.  Hay que recordar que en comunidades marginales no hay hechos extraordinarios y cuando algo así sucede se convierte en el suceso del día.

A la mamá, le repetí lo mismo.  Suba al vehículo y vamos al hospital y para San Cristóbal salimos seguidos de seis motoristas.

Nunca había visto una sala de emergencia tan sucia y tan llena de sangre, las camas estaban manchadas y no aparecía un médico por ninguna parte.  Salí a buscarlo y este examinó al joven y lo encontró magullado, pero sin nada roto. 

Este incidente me costó cuatro mil pesos en tostones y chicharrones de puerco, que fue lo que pidieron el herido y sus acompañantes y luego el arreglo del motor; pero me hubiera costado la vida si no me detengo, calmo a la gente y hago lo que tenía que hacer: llevar al joven al hospital.

Imagino que Leslie, en una carretera tan agresiva como lo es la de Boca Chica, en una yipeta y sola con su hija adolescente, y además embarazada, se aterrorizó.   Además, con tantos atracos de ladrones vestidos de militares y policías tenía toda la razón del mundo de temer que se tratara de un asalto.

Sala de emergencia  sucia

Lo que no se justifica de ningún modo es que un joven cabo de la policía la matara, cuando podía dispararles a las cuatro gomas del vehículo y obligarla a pararse, y luego detenerla por escapar habiéndolo atropellado.   Es ahí donde la dirección de la policía tiene la culpa, y la tiene porque estoy segura de que ese muchacho no pasó por una batería de exámenes psiquiátricos que determinaran su nivel de violencia interna.  Hay que recordar que los reclutas de la policia generalmente vienen de la poblacion más marginada y sometida a la violencia cotidiana, física y verbal, la de la lucha por la vida.

Y estoy segura de que no se implementa lo que se hace en otros países, que es dejar que los reclutas acompañen las misiones sin armas para evaluar su capacidad de reacción.  Obligarlos a que dejen las armas en los cuarteles, cuando no están de servicio.

Así evitamos la real muerte de Leslie y la social del cabo.