La ludopatía es una adicción a los juegos de azar, que entraña el deseo irrefrenable de seguir apostando, pese a los estragos que esto causa en la vida de la persona afectada psicológicamente, arriesgando su seguridad económica impulsado por la expectativa de recibir algo de valor y las gratificaciones emocionales.
El Estado y una gama de particulares reciben cuantiosos beneficios económicos, por lo que incentivan los juegos de azar, sin importarles que estos estimulen los sistemas cerebrales de recompensa del jugador.
Se ha comprobado científicamente que el ludópata padece los síntomas que por igual tiene el adicto a las drogas narcóticas o el alcohol, con cuadros propios de la abstinencia, cuando no puede jugar.
El jugador suele apostar de forma compulsiva, ocultar su práctica, consumir los ahorros, acumular deudas o recurrir al robo o al fraude para sostener su adicción, como lo hacen muchos adictos a sustancias.
Es un trastorno grave que puede destruir no sólo al ludópata, sino que involucra a su familia, su desempeño en el trabajo y relacionados, cuyo tratamiento es complejo para el terapeuta y el paciente.
El adicto al juego está sometido a signos y síntomas por estar preocupado por las apuestas, y cómo planificar para ganar dinero con las mismas, lo que le provoca ansiedad, irritabilidad, depresión e insomnio.
Asimismo, el apostador compulsivo siente la necesidad de apostar sumas de dinero cada vez más altas para lograr la misma emoción, aunque intente sin éxito alguno controlar, reducir o detener las apuestas.
Esta dinámica le provoca inquietud e irritabilidad, insistiendo en la práctica de apostar para escapar de los problemas o atenuar los sentimientos de desesperanza y culposos, en su intento de recuperar lo perdido.