Los motoristas, al transitar a contravía, por las aceras, los elevados, túneles, sin el casco y no respetar las señales, constituyen uno de los principales desafíos para la regularización del tránsito en el Distrito Nacional y las principales ciudades del país. Y por la temeridad con que transitan son los principales protagonistas de los accidentes de tránsito.

Ahora que el Gabinete del Transporte ha anunciado un plan para educar a los motoristas es necesario que se aborde el drama del tránsito en su conjunto. En el sector transporte se advierte mucha dispersión que resta eficacia y coherencia a las decisiones para organizarlo.

La Digesett, que debe enfrentar las violaciones de motoristas y conductores de otras unidades, ni siquiera se da por aludida. La misión que se ha impuesto el actual director es la misma de sus antecesores: desplegar agentes para gestionar el tránsito a discreción en las intersecciones en sustitución de semáforos.

Si fuera para mejorar las quejas no tendrían sentido, pero las colas y tapones indican todo lo contrario. Pero contra las protestas de los usuarios la Digesett insiste en dilapidar su personal en unas atribuciones que en todas partes desempeñan los semáforos.

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Los motoristas son una plaga, pero el pandemonio del tránsito se agrava por la ausencia de medidas frente a las violaciones en que incurren los conductores. Antes que actuar frente a los vehículos mal estacionados, los agentes miran para otro lado. Es importante el plan que se ha anunciado para enfrentar los desafíos de los motoristas.