Editorial

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Parecería innecesaria la advertencia del ministro de la Presidencia, de que los agentes de Autoridad Metropolitana de Transporte (AMET) tienen instrucciones de detener cualquier vehículo oficial que viole las leyes de tránsito, porque se supone que esas disposiciones son de cumplimiento obligatorio para todos los ciudadanos.

Aun así, resulta oportuno el señalamiento del licenciado Gustavo Montalvo de que es obligatorio dar un uso adecuado a los vehículos del Estado y conducirlos responsablemente sin importar categoría o rango del usuario, porque  la verdad es que  muchos de esos carros, yipetas, autobuses y motocicletas ruedan como chivos sin ley.

 Lo que se pretende corregir es apenas una parte de un  desorden mayor causado por la insubordinación generalizada contra le Ley de Tránsito, que, por supuesto incluye a vehículos asignados a  funcionarios, civiles y militares o  empleados oficiales.

En la advertencia del ministro Montalvo faltó incluir el desagradable espectáculo que ofrecen  funcionarios de cualquier rango que  usan  a agentes motorizados de la Amet para abrirles pasos a sus vehículos por transitadas avenidas e intersecciones, lo que provoca  caos en el tránsito e indignación ciudadana.

La ley identifica con meridiana claridad a los funcionarios del Estado que tendrían vía libre de tránsito en atención a sus elevados rangos, tales como el Presidente, vicepresidente de la República y mandos militares, pero no es posible que un simple  ministro o director general mande a detener  el flujo de vehículos para llevar a sus niños al colegio.

Los agentes de Amet no deberían servir de guías o escoltas a inflados funcionarios que se creen con poder para ignorar la ley o  atropellar los  derechos de los demás conductores o peatones, a los que obligan a detenerse por largo tiempo hasta que  sus caravanas cruzan por  avenidas, elevados o túneles como si fueran  ambulancias o unidades de bomberos.

Ojalá que las instrucciones del Gobierno a la Amet incluyan detener conductores de  “guaguas voladoras”, carros del concho y  de “motoconcho” que violan todas las letras de la Ley de Tránsito, porque  se creen  con patentes de corso  que les distribuyen los mentados dueños del país que operan  sindicatos y asociaciones de transporte.

Se resalta las instrucciones  dadas por  el ministro de la Presidencia  para que las autoridades   detengan cualquier vehículo oficial que viole la ley, pero es menester advertirle al licenciado Montalvo que  el tránsito y transporte es hoy un caos mayúsculo, un infierno, cuyo abordaje requiere mucho más que ese comunicado oficial.

El Nacional

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