Editorial

Mujer

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En el Día Internacional de la Mujer, que se conmemora hoy, es preciso proclamar que  aun la mujer dominicana no  alcanza la plena participación en condición de igualdad en la vida política, civil, económica, social y cultural de la nación ni se han erradicado cruentas formas de discriminación basadas en el sexo.

Aun cuando la Declaración de Viena, de la cual República Dominicana es signataria,  señala que “los derechos humanos de la mujer y la niña son inalienables, integrantes e indivisibles de los derechos humanos  universales”,  puede  decirse que es largo el camino por recorrer hasta  alcanzar el disfrute pleno de tales  prerrogativas.

Una tragedia sin par ocurrida el 8 de marzo de 1908 en una fábrica textil de Nueva York donde murieron calcinadas 146 mujeres debido a  un incendio causado por bombas incendiarias lanzadas al interior del establecimiento para  forzar la salida de las  damas que protestaban por los bajos salarios, motiva tan venerable efemérides.

El 8 de marzo es  sinónimo de lucha y holocausto de la mujer trabajadora en todo el mundo, pues  grandes manifestaciones de obreras que reclamaron pan y libertad se extendieron por todo el mundo  durante la  deshumanizada era de la Revolución Industrial, aunque hoy en día la fecha se refiera  a la promoción de  derechos universales  y  al cese de la discriminación por motivo de género.

La mujer dominicana padece de discriminación laboral y política,  que también se expresa en exclusión  económica y social y, para colmo es víctima de una  espiral de  feminicidio y de violencia intrafamiliar, además de ser la más impactada por la crisis económica y la desintegración familiar.

Los textos jurídicos universales incluyen los derechos correspondientes a las niñas porque la discriminación contra la mujer  comienza a temprana edad o al otro día de nacer, como lo demuestra la alta tasa de mortandad de niños y madres por causa de exclusión  económica y social, o  el elevado número de madres adolescentes y de deserción escolar.

A más de los  habituales reconocimientos a las mujeres que han logrado saltar la valla de la discriminación, se requiere  que Gobierno y Estado asuman con voluntad política   la tarea de  equiparar los derechos de todos los ciudadanos, sin  distingo de género, para que la mujer dominicana  pueda  desarrollar todas sus potencialidades en una sociedad justa y equilibrada.

El Nacional se inclina hoy reverente ante la mujer,  que representa la mitad de la población y ha procreado también la otra mitad, ser excepcional que  desbroza caminos  hacia el desarrollo pleno en todos los ámbitos, llevando consigo la excelsa  función de la creación, convertida en auténtica líder y guía de la familia, núcleo esencial de la civilización.

El Nacional

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