La reiniciada mesa de diálogo tripartito para actualizar el Código de Trabajo, entre sectores gubernamentales, sindicales y empresariales, plantea a las dominicanas una atención especial, teniendo en cuenta que la transversalización del enfoque de género, no existe en el espacio abierto.
Pese a la advertencia del sector sindical de no ceder ante cualquier propuesta de eliminar beneficios a los trabajadores/as, los derechos laborales de las mujeres son siempre “cambio en especie” cuando se trata de llegar a arreglos, el imaginario cultural y la falta de compromiso estatal, así lo determinan.
De acuerdo al estudio anual titulado «Proyección sobre la agenda global», del Foro Económico Mundial, preparado para su reunión anual en enero 2015, en Davos, Suiza, el aumento de las desigualdades de ingresos y desempleo son los mayores desafíos identificados en todo el mundo, junto a la economía, las tensiones geopolíticas y la corrupción.
Como la división sexual del trabajo se mantiene, la maternidad y el “oficio de cuidadoras” otorgado por la cultura patriarcal de manera arbitraria a las mujeres, ser madres resulta muchas veces una verdadera trampa de jornadas laborales interminables y ampliadas.
Las cargas históricas, impuestas a las mujeres en los roles tradicionales de género, se convierten en un lastre al desarrollo profesional y laboral para un altísimo porcentaje de ellas, como la maternidad, la diferencia de salario en misma función, el acceso al trabajo, la promoción laboral, entre otras. En fin, que la situación de exclusión laboral de la mujer, se vincula fuertemente a la conciliación de la vida familiar con la laboral y con la corresponsabilidad personal y social.
Para confirmar todas “tensiones” que se generan entre la vida personal y laboral por la maternidad, solo recordar las famosas pruebas de maternidad que se hacían, fueron denunciadas y se siguen haciendo, antes de emplear a una mujer.
Hace algunos días Apple y Facebook, bajo la hipocresía de una prometida maternidad tardía y manipulando la intención, anunciaba la facilidad de congelar los óvulos de sus empleadas jóvenes para aplazar la maternidad, una nueva “opción” tramposa de manejo de los úteros, que no es otra que gobernar a las mujeres.
En el país, de algo de más de tres millones registrados de pobres, el 50.5% son mujeres y de las que trabajan, el 51% lo hace en empleos informales, por lo tanto, en el famoso diálogo tripartito, hay que considerar el trabajo femenino.
Y al final hay que decir que, para que las mujeres ocupen puestos seguros y espacios de decisión en el trabajo, con perspectiva de crecimiento laboral, los hombres deberán ir ocupando los espacios “de mujeres” en el hogar.