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Navidad con prudencia

Navidad con prudencia

Elvis Valoy

Entrado diciembre, y con todo el cambio de parafernalia en esta época, se puede señalar sin temor a equívocos que esta temporada tiene como objetivo único el consumo desmedido y el gasto superfluo, que a la postre terminan siendo parte importante de la contabilidad de los establecimientos, y el dolor de cabeza de una clase media y populares que nadie les da tregua en la inmisericorde succión de sus dinero.

La época navideña coincide con la “brisita de fin de año” y frescas temperaturas; en esta estación los escaparates repletos de mercancías, acompañados de una abrumadora propaganda, nos persigue afanosamente con el fin de “arrancarnos” hasta el último centavo, utilizando para ese propósito todo el aparato societal a su alcance.

Si no se tiene hábito de gastar a “troche y moche”, no importa, pues en navidad el sistema se hará cargo como el carcelero al presidiario, de los cinco sentidos de la gente, incitándola a gastar compulsivamente, y utilizando como estrategia a la música, la nostalgia, ambientación del periodo, los santa Claus, nacimiento, etc., creando todas las condiciones para que la ciudadanía salga voraz a adquirir todo lo que necesita y lo que no, en una carrera desenfrenada por gastar los chelitos que con tanto sacrificio ha conseguido.

Parafraseando un aforismo de León Tolstoi, muchas personas intuyen que: “Un año de sufrimiento, una navidad para disfrutarlo”, cayendo inconscientemente ante el dios Baco y dándoles riendas sueltas a su imaginación, cruzándose vitriólicamente el lindero de los temores.

En navidad se anda sin remilgo, y es una de las causas de las alarmantes estadísticas de accidentes automovilísticos, del aumento de la violencia, del preocupante crecimiento de las emergencias en clínicas y hospitales, de los kilos demás culpa de la ingesta de alimentos por parte importante de la población, que trae como consecuencia los posteriores dolores de cabeza durante todo el año.

Parecería como si en navidad se juntaran todas las aspiraciones, deseos y quimeras de los seres humanos, dándonos la sensación de que, “reír y llorar vienen de un mismo lugar. Sin embargo, no es así, pues como dice el Eclesiastés, “hay un tiempo para todo”.

Por: Elvis Valoy
elvis.valoy@gmail.com

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