Con las garras que ha exhibido, el presidente estadounidense se ha convertido, con o sin proponérselo, en uno de los principales aliados del dictador Nicolás Maduro en la defensa de los intereses de Venezuela.
Los venezolanos podrán no querer y hasta odiar a Maduro, pero mucho menos quieren que Estados Unidos se apropie de su oro, petróleo y tierras raras a través de un gobierno títere. En esa circunstancia acompañarán a Maduro para evitar que Washington los despoje de sus recursos.
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Todo parecía estar bien en la campaña para que Maduro ceda el poder e incluso hasta en la cuestionada estrategia contra el narcotráfico. Pero la atmósfera comenzó a ensombrecerse desde que en medio de la contienda Estados Unidos apuntó al oro, el petróleo y las tierras raras de Venezuela. Ahora resulta que Maduro es el más indicado para defender los intereses de Venezuela.

