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Novak Djokovic, nadie como él

Novak Djokovic, nadie como él

Novak Djokovic sostiene el trofeo del Masters de la ATP.

Madrid, EFE.- Cada año da la sensación de que todo puede cambiar. Que casi definitivamente el nuevo orden va a irrumpir en el circuito. La nueva generación llega fuerte y ha echado a un lado a la camada precedente, también prometedora, que ya se disuelve y que pasa por el tiempo sin pena ni gloria o sin capacidad de dar un vuelco al tour, a cada temporada. Al final, desde hace tiempo, es lo mismo. Sigue el de siempre.

A la espera de Rafa Nadal, al que se aguarda con esperanza y con expectación, nadie es capaz de instalarse a la altura de Novak Djokovic, que cerrará el 2024 como número uno del mundo, que habrá alcanzado las 400 semanas en la cima del ránking.

Normalizada la situación, sin vetos por el covid y la temporada al ritmo de antaño, el serbio, ganador de veinticuatro grandes, más que nadie, sigue a lo suyo. Intratable, inalcanzable a pesar de la buena pinta de los jóvenes que irrumpen aunque no lo suficiente como para cuestionar la autoridad del balcánico.

La retirada de Roger Federer y el arrinconamiento provisional de Nadal han dado vía libre a Djokovic que el domingo alzó su séptimo torneo de maestros. Más que nadie. Más que el legendario jugador de Basilea, con el que mantenía un equilibrio en el número de premios en las Finales ATP.

La pelea por el título del torneo de Turín remarcó la distancia entre el poderío de dos generaciones. La representada por el jugador de Belgrado, de 36 años, icono de la mejor época de la historia del tenis, de un dominio sin igual solo compartido con el helvético y el español en el reparto de éxitos y la que lidera el italiano Jannik Sinner junto a Carlos Alcaraz.

El transalpino y el español, y ocasionalmente también el danés Holger Rune, han relegado al rincón de pensar a otro puñado de prometedoras raquetas a las que no les ha terminado de dar lo bastante para inquietar el reinado de los tres magníficos.

Ni Daniil Medvedev, ni Alexander Zverev, ni el olvidado austríaco Dominik Thiem, ni el griego Stefanos Tsitsipas, abanderados de la talentosa camada que prometió un tiempo nuevo en las pistas, han sido capaces de cuestionar, salvo contadas excepciones, el absolutismo de la brillante, experimentada y madura terna.

El Nacional

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