Como demonio indómito que impide que lo exorcicen con inmunizaciones, así se ha rebelado la covid-19, enfermedad a la que le descubrieron en Reino Unido el pasado septiembre una nueva cepa que se cree más contagiosa que la de su fase anterior.

La pandemia no da tregua al planeta teniendo como corolario millones de víctimas y grandes pérdidas, succionándose hasta el momento 11,700 millones de dólares en inyecciones para evitar el colapso de la economía mundial, lanzando al desempleo a 500 millones de personas, con la subsecuente recesión que ha vapuleado a gran parte del comercio alrededor del orbe.

Cabe aquí el refrán que dice que, “a grandes males grandes remedios”, pues la logística de la vacuna de la covid-19 es enorme y costosa, comenzando con la aplicación del fármaco a 7,800 millones de personas, en donde sólo en Estados Unidos se requieren 850 millones de jeringuillas, y que para transportar el antídoto por todo el mundo se necesitan 8,000 aviones. Y qué decir de los -70 grados de temperatura que se exigen para almacenar la inyección.

Está por verse si la vacuna contra la terrible enfermedad que ya se comienza a aplicar en muchos países combatirá la nueva cepa, y esta no resulte reluctante ante las mutaciones recién descubiertas.

Al ritmo que camina la humanidad parecería como si el Armagedón, o la batalla del bien y el mal que tanto les gusta citar a los creyentes, se definirá a la postre entre la gente buscando afanosamente su salud, y los virus que la atacan inmisericordemente con el fin de destruirla.

Por: Elvis Valoy
elvis.valoy@gmail