Tras la reforma constitucional de 1994 que creó el Consejo Nacional de la Magistratura los obstáculos no han acabado de ser removidos en su totalidad para crear una estructura judicial independiente y confiable.
El elemento político y cierto tipo de clientelismo han contaminado designaciones de jueces de la Suprema Corte de Justicia. No hay que entrar en detalles. Sin embargo se espera que con la selección de los nuevos jueces lo jurídico haya primado sobre cualquier otro elemento.
De los cinco, Edyson Alarcón Polanco y Miguelina Ureña Núñez fungían como jueces de la primera sala de la Cámara Civil y Comercial de la Corte de Apelación del Distrito Nacional, y Manuel Hernández Victoria de la primera sala de la Cámara Penal de la Corte de Apelación. Son jueces de carrera. Los otros dos, Yorlin Vásquez Castro y Namphi Rodríguez fueron seleccionados por su experiencia y ejercicio docente.
Además de cumplir estrictamente con lo establecido por la Constitución y las leyes hay que confiar en que el perfil de los magistrados se corresponda con la independencia, modernización y transformación del sistema judicial que todavía tanto necesita el país.
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Hay muchas críticas sobre la competencia, demora y alto costo de los procesos judiciales. Esta nueva elección, en torno a la cual no se han enarbolado cuestionamientos, debe ser un paso al frente en la construcción de un sistema judicial que sea un verdadero guardián del Estado de derecho.

