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Oración sobre el ego

Oración sobre el ego

José Rafael Sosa

Señor: Ayúdame e imaginarme que en el mundo no existo solo yo. Sostenme en la creencia de que los individuos que pueblan el planeta somos casi 9 mil millones.

Hazme comprender que cada quien tiene sus ritmos, sus plazos, sus metas, sus objetivos, sus condiciones particulares y que no se deben tomar en cuenta solo las mías.

Ten la bondad de poner miel en cada una de mis palabras para con los demás.

No conozco el momento en que tendré que comerme cada una de esas expresiones de vuelta (Señor no tienes que decirme que esa idea no es original mía. Lo sé. Pero es adecuada para una oración que, como esta, busca los recursos necesarios para construir un mundo de armonía. Agradezco y acredito a quien la haya concebido, pero entenderá si no le identifico, porque no sé quién es…).

Oración sobre el ego

Señor ten la amabilidad de hacerme entender que si algo vale en el mundo es el buen trato, que es válido perfumar cada ambiente, cada palabra, cada gesto, cada mirada, cada sugerencia o sugestión.

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Aspiro a comprender que cada actitud de mi parte frente al mundo, establece “jurisprudencia cotidiana”, es decir, referencias, normas a seguir, ejemplos a imitar.

Hazme entender Señor, que si algo debe diferenciar mi actuación en la vida, es la imagen que dejaré con una palabra dicha con ira, con una expresión, mi expresada en el peor momento interior de mi confunda paz.

Señor dame la capacidad de control sobre mí, de modo que cada palabra emitida, produzca a las personas, la certidumbre de la esperanza, el cálido sentir de la cortesía y la complacencia silente de la ternura.

Desearía que mi mayor virtud, Señor, fuera que mis palabras sean sostén para quienes vacilan, alimento para quienes, hambrientos de dulce compañía, luz para quienes se siguen debatiendo en las confusiones del intrincado laberinto de las emociones humanas.

Señor deseo que me ilumines para que sean mis palabras, el agua lluvia suave que remoja el alma de quienes, ardidos por la pasión del momento, lleve frescura.

Tras pasar durante años, por los agrestes pasajes de la violencia verbal o el poco entendiendo coloquial, llego a la conclusión de que, en ocasiones, hago conciencia de que yo debo aportar con mi ejemplo de paz y armonía. Medir cada palabra. Sanar cada expresión, hacerme un mejor ser humano por la vía del buen trato a quienes están en mi derredor.

Si lo logro, Señor, te agradeceré.
Amén

José Rafael Sosa

José Rafael Sosa