En un mundo tan convulsionado, el llamado al diálogo del papa León XIV para abordar guerras y conflictos no debería quedar en el aire. La justicia y la paz que reclamó el pontífice deben convertirse en el norte político de las grandes potencias para erradicar la incertidumbre y todas las consecuencias que derivan de las confrontaciones y el odio que se esparcen por distintas latitudes.
Su Santidad también clamó por el cese de toda forma de violencia en Haití y que en América Latina se superen los desafíos que la mantienen en un permanente estado de ebullición.
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