Opinión

Pensamientos varios

Pensamientos varios

La efervencencia de la campaña y la relevancia de los temas políticos dentro de nuestra sociedad reflejan la dependencia de todos los sectores del país a las actuaciones de su gobierno. La dependencia solo puede ser explicada por el gigantismo estatal y su intervención directa o indirecta en las actuaciones de los individuos. Todo esto es la ilustración más clara de lo que está mal en la República Dominicana, y son esas distorsiones provocadas por el constante intervencionismo estatal (solicitado o no) la mayor retranca para nuestro desarrollo como país. Ningún partido, tradicional o alternativo busca solucionar esto sino todo lo contrario, seguir el expansionismo estatal, y esto, tristemente, con el apoyo militante de una ciudadanía que no sabe lo que realmente desea.

Se habla de promover la producción nacional con incentivos fiscales, subsidios, ayudas directas, préstamos blandos o condonaciones de deudas, pero eso cuesta dinero, que naturalmente debe ser obtenido por los impuestos. Por un lado, el sector privado reclama mayores incentivos a la producción y reformas integrales que no impliquen aumento de impuestos, mientras que por el otro, los candidatos a gobernar prometen ayudar la producción nacional y se limitan a reconocer la necesidad de una reforma fiscal.

La economía ciertamente está creciendo, pero está impulsada por los sectores que ya tienen amplios incentivos fiscales o aquellos que reciben ayuda directa del gasto gubernamental. Los que pagan todos los impuestos, en cambio, vienen rezagados en ese crecimiento y eso explica porque las recaudaciones del fisco como porcentaje del PIB (la famosa presión fiscal) vienen disminuyendo.

Los productores locales siempre lamentan su inevitable quiebra, el incremento de las importaciones, y el dificil acceso al crédito, apelando a la ayuda estatal como única alternativa. El acceso a capital por la vía de la Bolsa de Productos o la emisión de valores de renta variable como alternativa les es ajeno, ya que resulta más barato obtener ayuda del Gobierno con pataleos mediáticos que a transparentarse. La transparencia, con la excepción del caso de la Banca nacional, es casi un insulto para el empresariado local.

El sector informal agrupa más de la mitad de los empleos creados en nuestra economía y todos, políticos y grupos empresariales, aspiran por la llegada a la formalidad. Pero los impuestos están escritos sobre la piedra con el propósito de cobrar al grupo reducido que da la cara y con suficiente bolsillo para pagarlos. Formalizarse para muchos pequeños y medianos empresarios implica un costo tributario insostenible.    

Gobernar la República Dominicana es un ejercicio de malabarismo donde no hay, y nunca habrá suficientes manos para aparar todos los palos. Eso no evita que todos deseen estarlo y que los que nos gobiernan no dejen de intentarlo.

Lo peor es que estamos en una isla, y mientras acá seguimos batiéndonos sobre las mismas ideas y propuestas que no llevan a ninguna parte, el resto del mundo sigue avanzando. Y nosotros?

El Nacional

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