Editorial

Pie sobre el cuello

Pie sobre el cuello

Los dominicanos residentes en Estados Unidos envían el 85 % del total anual de remesas que ingresan a la economía desde la diáspora en el exterior, que el año pasado sobrepasó los once mil millones de dólares, por lo que ese tributo impactaría negativamente sobre la producción y el consumo.

Sobran razones para la preocupación por la propuesta de ley en Estados Unidos  que impondría un gravamen del 3.5 % a las remesas transferidas desde esa nación, más aún porque ese tributo se agrega  al arancel del 10 % sobre las exportaciones nacionales a ese mercado y al incremento de las repatriaciones de inmigrantes.

El proyecto sobre el Plan Presupuestario y Fiscal impulsado por el presidente Donald Trump, que contiene ese impuesto, ya fue aprobado en la Cámara de Representantes, por lo que se considera que podría ser refrendado en el Senado antes del 4 de julio, aniversario de la independencia estadounidense.

Los dominicanos residentes en Estados Unidos envían el 85 % del total  anual de remesas que ingresan a la economía  desde la diáspora en el exterior, que el año pasado sobrepasó los once mil millones de dólares, por lo que ese tributo impactaría negativamente sobre la producción y el consumo.

Ese estatuto, que el presidente Trump define como “una gran y hermosa ley”, incluye fuerte rebaja de impuestos a las grandes empresas, reduce los beneficios del sistema de salud e incrementa en más de cuatro mil millones de dólares el déficit fiscal de Estados Unidos, que ya supera los 35 billones de dolares.

Se torna muy difícil que naciones como México (US$65 mil millones), Guatemala (US$21,550) y República Dominicana (US$10,756), logren revertir el impuesto del 3.5 % a las remesas, a pesar de ser los mayores receptores de esos recursos, porque ese gravamen forma parte de una ley marco en el orden fiscal y presupuestario.

El congresista republicano Thomas Massie (Kentucky), quien votó contra esa ley, la equiparó “con una bomba de relojería de deuda” y dijo que el gobierno no reorganizó las sillas del Titanic, sino que ha echado carbón en la caldera y puesto proa rumbo al iceberg.

Impuestos a las remesas, arancel a las exportaciones e incremento de las repatriaciones constituyen una dosis fatídica para la economía dominicana, que injustamente la administración del presidente Trump obliga a tragar a una nación amiga situada en su zona de influencia y confort.

No sería aconsejable que el Gobierno y el sector empresarial, ante tan difícil escenario, aplique la  receta del avestruz, porque esta vez se requiere  reclamar a Washington que retire el  pie que ha colocado sobre el cuello de la economía dominicana.

El Nacional

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