Opinión

Pompeo y RD

Pompeo y RD

Por aquello de que “nobleza obliga”, el secretario de Estado Mike Pompeo ha dicho que Estados Unidos recibe con satisfacción la decisión del presidente Danilo Medina de no promover la modificación de la Constitución de la República para optar por una nueva repostulación presidencial.

Al elogiar la actitud de Medina, el secretario Pompeo instó a líderes dominicanos y de la región a mirar a Medina como un “ejemplo de manejo político y deferencia a un sistema de gobierno por y para el pueblo”, además de señalar que Washington respalda el futuro democrático dominicano.

Los elogios de ese alto funcionario estadounidense ni de ningún otro extranjero hacia la forma de actuar de un presidente dominicano constituirían forma de injerencia, siempre y cuando los aplausos no estén acompañados de algún tipo de presión que colisione con el fuero soberano de la nación.

Dos semanas atrás, el jefe de la Cancillería estadounidense llamó por teléfono al presidente Medina para externarle “la importancia de que actores políticos en República Dominicana preserven las instituciones democráticas y respeten el Estado de Derecho y la Constitución…”

Lo dicho por Pompeo en esa ocasión fue acogido por sectores de oposición como “preocupaciones legítimas” de Estados Unidos en relación con los aprestos para modificar la Constitución, o como simples expresiones de carácter diplomático formuladas a solicitud de líderes congresuales de esa nación, pero en otros ámbitos se vio como una clara injerencia.

Por iniciativa propia o por diligencias de terceros, algunos miembros del Capitolio, entre ellos los senadores Bob Menéndez y Marcos Rubio, censuraron la posible intención de modificar la Constitución para habilitar una nueva repostulación de Medina.

Esa llamada telefónica, que muchos definieron como burda expresión de injerencia de Washington en asuntos domésticos, quedaría hoy resarcida con los elogios del secretario Pompeo al anuncio del presidente Medina de que no optará por otra reelección, gesto que lo llevó a definirlo como un ejemplo a imitar por líderes políticos de la región.

Estados Unidos ha usado su mano de seda, después del coscorrón, para expresarse sobre una crisis cuyo desenlace competía exclusivamente a los dominicanos, y conviene estar prevenido ante la no deseada posibilidad de que, como ha ocurrido antes, Washington intente emplear de nuevo su mano de hierro para imponer aquí designios convenientes a sus intereses.

El Nacional

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