La vinculación de algunos legisladores del PRM con el narcotráfico ha determinado que ese partido procure curarse en salud con la depuración de los precandidatos a cargos electivos.

La comisión que preside Deligne Ascensión, secretario de organización del PRM, no ha reparado en comprometer la soberanía al suministrar a la embajada de Estados Unidos, para fines de depuración, la lista de los precandidatos a cargos municipales y congresuales.

No es criticable que lo haga con la Dirección Nacional de Control de Drogas (DNCD), a la Procuraduría General de la República, Participación Ciudadana, Finjus y el Defensor del Pueblo, pero sí con una misión extranjera, sin importar que lo animen las mejores intenciones.

Si lo que pretendía era un golpe de efecto la decisión se ha revertido en un bumerán con las críticas formuladas por distintos sectores.

Es una verdad que se tiene que depurar a los precandidatos para evitar que se cuelen figuras con cuentas pendientes por casos de drogas, corrupción o violencia de género, pero tampoco se puede llegar hasta los extremos con ese propósito.

De hecho la DNCD depura a los candidatos a cargos electivos, pero se ha visto que el examen no tiene todo el rigor que amerita. Ahora está por ver si la embajada estadounidense aceptará, por el compromiso que plantea, intervenir en un asunto interno como la depuración de los precandidatos que le solicitó el partido en el poder.