El más grande de los psiquiatras de orientación social de nuestro país, don Antonio Zaglul, se quejaba amargamente de que la especialidad nuestra tenía un silencio de cuatro siglos y de que Colón en ninguno de sus viajes, reclutó una autoridad médica de importancia que se preocupara por los locos.
¿De dónde ha venido el termino loco?
Vamos a la antigüedad y analicemos unos versos de Mohamet er Racuti:
“¿Te dicen que estoy loco?
No lo creas.
¿Te dicen que estoy cuerdo?
Ponlo en duda.
¿Quién es capaz de descifrar la incierta raya
que separa
la razón de la locura?”
El término se ha encontrado en escritos de la Edad Media al referirse a sacerdotes de clausura que al envejecer con arterioesclerosis (demencia senil) morían en su propia parroquia en el marco de comportamientos extravagantes.
El autor Méndez Nieto, analizando la época (medioevo) en su libro ““Discursos medicinales”, citado por el dr. Zaglul, incluye la siguiente coplilla en que se refiere a un cura de nombre Bejerano:
“Muy mal cura el portugués
Bejerano, muy mal cura
el uno por su locura
y el otro, que necio es
si la necesidad es cura
¡qué no será la locura!”
¿Qué se hacía con los enfermos mentales antes de la llegada de los españoles?
Es de suponer, afirma Zaglul, que los rituales primitivos tenían como tendencia todo lo que ocurría en la América precolombina politeísta: “apelación, adoración, súplica, intimidación, apaciguamiento, confesión y castigo”. (Alexander).
Por la riqueza de nuestra floresta los desquiciados eran tratados con plantas del herbolario, por ejemplo el guayacán, que se empleó, además, en la tripanosomiasis y la sífilis, fue utilizada en trastornos del comportamiento (Carlos Martínez Durán).
Los indígenas agitados, por ejemplo es de suponer que eran atados para protegerlos.
La hidroterapia, que consistía en lanzar al río al afectado con los ojos vendados para provocar una reacción por susto, fue empleada desde la antigüedad en algunas civilizaciones para tratar la agitación psicomotriz, ni el profesor, ni un servidor, tenemos documentos que avalen la existencia de este método en nuestra cultura.
Es de suponer que la alimentación, el agua, los ungüentos, los azotes corporales con ramas medicinales, el culto a la cohoba, los masajes, y los ejercicios físicos, eran parte de las diferentes técnicas para tratar a los afectados de los nervios.
El chamán, se le llamó al que hacía las funciones de curador en algunas civilizaciones, que bien podían tener un comportamiento similar a un brujo o a un hechicero de nuestros días, pero lo cierto es que tenía un estatus de poder, de adivinador, de consejero y hasta de castigador consentido por el poder.
Invito a Jiménez Lambertus, Fernando Sanchez Martínez y a Dagoberto Tejada para que hurguemos en lo que pasaba con la salud mental del dominicano antes de la llegada de los españoles, profundizando en hechos como el siguiente: Suicidios colectivos de taínos con yuca amarga aparentemente por el hostigamiento del invasor español, hecho documentado por Oviedo y Las Casas. Ahí está el reto.