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PUNTOS… Y PICAS

PUNTOS… Y PICAS

Carlos Manuel Estrella

Mancha indeleble PLD

El Partido de la Liberación Dominicana (PLD) al surgir en 1973 como obra maestra de Juan Bosch representó la última y factible posibilidad de lograr la anhelada liberación de males ancestrales en el ejercicio político y la consolidación de una escuela modelo de gobernabilidad de cara al futuro.

Al alcanzar el poder político en 1996, con apoyo del Partido Reformista de su archirrival Joaquín Balaguer luego del increíble acuerdo con Bosch para impedir la victoria de José Francisco Peña Gómez, con lógico escepticismo se abrió la esperanza de dar un salto democrático cualitativo.

Así se inició lo que yo denomino Era del PLD, que se extendió 20 años hasta 2020 con la interrupción del cuatrienio perredeísta iniciado en 2000, y que tuvo luces y sombras, marcando progreso económico y material del país, nueva arquitectura jurídica y, desgraciadamente, una mancha indeleble.

La obra material del PLD la representan, en el Gran Santo Domingo, el Metro de Leonel Fernández y también la Constitución 2010, mientras Danilo Medina exhibe el Teleférico y la planta Punta Catalina. Ambos comparten la estabilidad macroeconómica, control inflacionario y crecimiento económico.

La mancha indeleble es la corrupción generalizada que marca tan largo ejercicio, acompañada de impunidad propiciada desde el poder y con ejemplos por montones, hasta ensangrentados, como Sun Land, Tucanos, OISOE, CEA, OMSA y ahora en “operaciones marinas” bautizadas por Ministerio Público.

La peor herencia del PLD es la corrupción estructurada, que tocó lo más alto del poder político, transformó dirigentes en multimillonarios sin respaldo moral, desparramó el legado de Bosch y superó todo precedente, incluyendo la Era de Trujillo, que solo tuvo un ladrón sin competencia. ¿Y ahora?.

Por: Carlos Manuel Estrella

cmestrella_@hotmail.com

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