No tengo ni una sola razón personal ni política para defender al presidente Luis Abinader, pero tampoco puedo dejar pasar por alto las ofensas a las que fue sometido a través de la redes sociales, por usar como broma que a los argentinos que vengan al país se le ofrecerá una clase de merengue gratis.
Las lluvias de críticas y ofensas a Abinader y con ellas al país, porque el mandatario en ese escenario representaba a todos los dominicanos, deben ser respondidas aunque con la altura que aconsejan las circunstancias. Y pensar que algunos criollos hicieron coro a los argentinos. Complejo de Guacanagarix.
La broma de Abinader fue aprovechada por una mediocre y frustrada comunicadora, de nombre Viviana Canosa, quien por su baja calificación no pudo lograr un cupo en la escuela de Bellas Artes de su país, ni en la escuela de periodismo. Terminó siendo una simple locutora del Instituto Superior de Enseñanza Radiofónica.
Creyéndose periodista fracaso en al menos siete intentos de hacer programas de entrevistas y comentarios en la televisión argentina. El primero de su fracaso fue en «TyC Sports», siguiendo luego «Intrusos en el espectáculo», «Los profesionales de siempre», «Vos no me conocés», y «Nada personal».
El mayor problema de los argentinos, tal y como dijo Facundo Cabral, es que no saben dónde están, porque los viejos se creen europeos y los jóvenes estadounidenses. Siempre se comparan con naciones ricas, cuando la realidad es que el Instituto Nacional de Estadística y Censos de Argentina estableció al cierre del año 2021 que la pobreza había alcanzado al 40,6% de las personas y al 31,2% de los hogares. A su vez, la indigencia llegó al 10,7% de la población.
También el censo resaltó que el 47% de los trabajadores no tienen vinculación con el sistema de la seguridad social, en buena medida porque en ese país suramericano se van perdiendo empleos de baja calidad, o sea que los argentinos no son ni la mitad de lo que creen ser.