Jorge González
jgo.jorgegonzalez@gmail.com
Una intensa búsqueda es protagonizada en el mar Caribe por buzos, del Cuerpo de Bomberos de Santo Domingo Este, que intentan localizar el cadáver de la niña, Liz María Sánchez, de 9 años, asesinada y tirada al mar en un saco, según su confeso asesino Esterlín Francisco Santos (el Panadero).
En la actualidad con la popularidad de series y películas sobre investigaciones criminales, en la televisión local, por cable y plataformas como Netflix logran que el público común conozca con detalles el trabajo de los investigadores y la importancia que tiene el análisis de la escena del crimen.
Por esta razón cualquier individuo puede detectar el mal proceder en la investigación de un delito.
Haciendo una retrospectiva de los hechos del crimen citado, se manifiesta una manera muy poco profesional de operar de parte de la Policía en esa investigación.
Dos procedimientos sencillos y de investigación criminal básicos no fueron tratados de manera correcta.
El caso número uno, es el de la escena del crimen, y el caso dos corresponde a la motocicleta donde supuestamente trasladó el cadáver de la niña.
Procedimiento I
La supuesta escena del crimen, según el vídeo de la cámara de vigilancia, muestra la entrada de la niña, no a la vivienda del supuesto asesino, sino más al callejón que conduce a dicha casa. La vivienda, al parecer, nunca fue procesada de manera científica (cabellos, fluidos y arma homicida), y si lo fue, nunca fue protegida.
Personas del lugar entraron a la vivienda, caminaron, miraron, pisaron y tocaron todo lo que dio las ganas sin que nadie lo impidiera.
No había cinta amarilla que por lo menos impidiera el acceso al perímetro interno de la vivienda, y mucho menos un agente policial que vigilara.
La contaminación de la escena del crimen fue es evidente y en un caso de asesinato de importancia podría ser trascendental.
Procedimiento II
Después de detenido el sospechoso, la motocicleta que conducía debió ser incautada como evidencia 1-A del crimen ya que el vídeo que lo acusa, muestra cuando sale con una bolsa o saco en la parte trasera del vehículo.
Esta motocicleta debió ser procesada en un laboratorio en busca de evidencias (cabellos, trozos de ropas, fluidos corporales, que pudieran demostrar dudsa razonables, que el cuerpo sin vida de la infante fue traslado en el cajón de la moto.
Pero no fue así. La moto fue descuidado por los investigadores y cayó en manos de una multitud enardecida que la quemó y destruyó casi por completo, borrando todas evidencias.
Otro fallo fue permitir que el interrogatorio que le hizo la policía al confeso asesino después aparece colgado en Internet, algo que debería ser secreto de la fase de investigación.
Condena sin cuerpo
¿Puede haber condena sin cuerpo? Sí, el Cuarto Tribunal Colegiado del Distrito Nacional el 5 de febrero de este año, creó una jurisprudencia en ese sentido con la primera condena por un caso de asesinato en el cual el cadáver de la víctima nunca fue hallado, sentando un precedente para que este tipo de crimen no quede impune.
En el juicio a Miguel Ángel Jorge Cruz (Miguelito el Sicario), acusado de asesinar a Ramón Adolfo Rodríguez Castillo, el 27 de junio 2017, éste fue condenado a 30 años de prisión.
Aunque no hubo cadáver, el Ministerio Público, hizo hincapiés en los análisis de inteligencia electrónica, recolección de pruebas testimoniales, documentales, materiales, referenciales y periciales, a través de las cuales se determinó que la última vez que la víctima se vio con vida fue junto al acusado.
Fiscales de España, Argentina, Chile, Costa Rica y Guatemala han logrado condenas contra acusados que lograron desaparecer los cadáveres de sus víctimas.