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Quintaesencia: Lawfare

Quintaesencia: Lawfare

Rafael Ciprián

La palabra inglesa que sirve de título a esta entrega, ya es de uso continuo entre constitucionalistas. Nos preocupamos por la sanidad de la justicia y de los derechos fundamentales. Así luchamos para garantizar la vida en democracia.

El término lawfare es una combinación de las palabras law (ley) y warfare (guerra). 

Se le atribuye a los intelectuales John Carlson y Neville Thomas Yeomans. La usaron por primera vez en un ensayo que lleva por título “Whither Goeth the Law: Humanity or Barbarity (Hacia dónde va la ley: humanidad o barbarie).”

 Para los ingleses, lawfare es la puesta en acción de los aparatos judiciales con la finalidad de dañar a otro país o grupo social. Y se ha extendido su significado a toda manipulación o uso deliberado de la administración de justicia para descalificar o aniquilar a los adversarios políticos.

 Con la lawfare se realizan las persecuciones políticas, y se guardan las formas como acciones judiciales.

La judicatura pasa a ser un arma política. Y los jueces se convierten en títeres al servicio de quienes controlan el Estado.

Muchos magistrados serán usados como tontos útiles en la lucha política, con la lawfare. Otros se prestarán al macabro juego, como peones inescrupulosos, con la finalidad de obtener ascensos ambicionados.

 Ningún político está libre de ser arruinado por la justicia. Basta que quien gobierne lo considere un adversario peligroso que debe ser “ganado” o neutralizado o eliminado de la competencia por el poder. Sin importar el nivel o los medios del combate que se esté produciendo.

 Todo político con conciencia le teme a la justicia. Sabe que el gobernante puede usar la lawfare hasta convertir en un desecho social al que él le pone la mira, si tiene control del Poder Judicial.

 Por eso, se dio en nuestro país el gacetazo en las elecciones del 1978. Recordemos que don S. Antonio Guzmán Fernández, como candidato presidencial del Partido Revolucionario Dominicano (PRD) le ganó los comicios al doctor Joaquín Balaguer, candidato del Partido Reformista, para poner fin al gobierno de los doce años. Había una atmósfera de terror y asesinatos políticos.

 Entonces se trancó el juego en la Junta Central Electoral. Y para no poner en peligro la proclamación oficial del ganador, los perredeístas aceptaron reconocerles a los reformistas cuatro senadores más de los que habían ganado.

Con esto, Balaguer logró el control del Senado de la República, que designaba los jueces. Por tanto, el hábil gobernante evitaba así que le aplicaran la lawfare.

 La historia está preñada de ejemplos de lawfare. Para comprobarlo, basta con el estudio de los casos del sabio Sócrates o de Jesucristo o de Gandhi o de Mandela o de Fidel o de Lula, entre otros. La lucha contra los corruptos es otra cosa.