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Sobre migración

Pacto EU-México

 

Antes que tensar más la cuerda en las relaciones con Estados Unidos sobre el conflicto con los emigrantes, el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador prefirió un acuerdo sobre la militarización de un tramo de la frontera. Ese arreglo ha desatado una borrasca de la derecha mexicana contra el mandatario, que lo considera lesivo para la soberanía y la dignidad de la nación.

Aunque partidos como el Acción Nacional (PAN) reconocen que es positivo que Washington no aumente los aranceles a las importaciones mexicanas cuestionan que el arreglo se haya “negociado con miedo”.

López Obrador ha evitado por todos los medios cualquier tipo de confrontación con el presidente Donald Trump, porque, como en el pasado, está consciente de que sería el pleito del huevo y la piedra. Es una de las principales razones por las cuales ha optado por la diplomacia, consciente incluso de concesiones criticables.

En virtud del actual convenio para evitar unos aranceles que golpearían con fuerza la economía México aceptó ser receptor de deportados de Estados Unidos en lo que se resuelve la solicitud de asilo. Ironía de la vida: son los líderes de derecha quienes más han cuestionado al gobernante de izquierda por aceptar el despliegue de 6,000 soldados mexicanos en la frontera con Guatemala para frenar las emigraciones.

Pero si algo queda claro es que López Obrador defiende más la seguridad y el bienestar de México que principios subrealistas.

El Nacional

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