El Gobierno ha encontrado en un pacto social la fórmula más sensata para un reajuste salarial digno y decente para los trabajadores, una demanda que desde hace tiempo ha estado sobre el tapete.
Lo gracioso es que los empleadores dicen comprender la necesidad de mejorar los salarios, pero sin dar un paso al frente en ese sentido.
Su reticencia se evidenció al desoír la exhortación del presidente del Conep, Pedro Brache, de que se efectúe un ajuste en forma voluntaria siquiera para compensar la inflación.
El pacto social de que habló el ministro de Trabajo, Luis Miguel De Camps, representa una salida para una adecuación salarial que distintos sectores consideran una necesidad.
De convocarse al diálogo hay que reclamar desde ahora que en la mesa impere la racionalidad para evitar que la conversación, que tiene que ser con los pies en la tierra, se torne interminable.