Opinión

¡Sálvese quien pueda!

¡Sálvese quien pueda!

De prisa, como el hambriento que de pronto recibe un gran plato de comida y se atraganta, Diputados y Senadores aprueban la repartición de los bienes del Estado.

Es ya un largo proceso de desmembramiento, que comenzó con derrocamiento del gobierno de Don Juan Bosch. El Estado Dominicano había heredado los bienes que los Trujillo se habían apropiado y de golpe y porrazo éramos técnicamente un país socialista donde el Estado era dueño del casi ochenta por ciento de los bienes nacionales. No necesitábamos una Revolución.

Con el golpe a Don Juan, las viejas familias oligárquicas comenzaron a repartirse el pastel: Molinos Dominicanos, el CEA…, cada empresa paso a manos privadas y la propiedad nacional se redujo a un 49%.
La clase media y media baja observaban con impotencia la repartición del pastel entre los “de arriba”, preparándose para un ascenso al poder político que culminó con la llegada al gobierno del PRD y el PLD, partidos organizados por Don Juan para otros fines.

Lento, pero seguro, comenzó el ascenso de un sector de la clase media y media baja al gran capital, y vimos con estupor el despliegue de riquezas de los nuevos ricos, quienes sencillamente copiaban lo que le habían visto hacer a la oligarquía, de ahí el rencor y desprecio de esta hacia “los nuevos ricos”, tema favorito de conversación de las recepciones burguesas.

Así, presenciamos como el 50% del tiempo de los legisladores se destina a aprobar la “venta” de bienes nacionales, sobre todo la tierra, y somos testigos de hechos insólitos como la venta de tierras del CEA con valor turístico, como otrora cañaverales de Boca Chica, con un valor de dos y tres mil dólares la tarea, a RD$23.00 pesos la tarea.

Ahora les toca a las aéreas protegidas. Y vemos como al Parque Manolo Tavarez Justo, en Santiago Rodriguez, se le ha quitado el status de área protegida no solo para legalizar los siete aserraderos, cuya propiedad se atribuye al Senador, que en el ya operan, sino para poder repartirse las tierras que “no son de nadie” porque son del Estado.

Es una angurria desatada, una ambicion de acumulación (¿un maestro popular que aparece con un patrimonio de $2,800 millones de pesos?) que se agrava y recrudece durante el periodo preelectoral, no vaya a ser que gane la oposición y se acabe la cogioca

Al final de este gobierno (¡pobre Don Juan!), el Estado verá reducido su patrimonio por lo menos en un treinta por ciento, y el cáncer partidario de los malos dominicanos habrá extendido su voraz avance.
Esperamos por Manolo Tavarez, Minerva y la generación del 1J4, que ese cáncer voraz haga metástasis.

El Nacional

La Voz de Todos